Cómo fue la inflación en 2023 para los hogares pobres y ricos en España

Ángel Martínez Jorge, Javier Martínez Santos
9 Ene, 2024

Ideas clave

En 2021 el IPC de los hogares más pobres fue sustancialmente mayor al de los hogares más ricos por el encarecimiento de la electricidad. En 2022 se empezó a igualar, y en 2023 se ha cerrado el círculo con una imagen contraria: el IPC es menor para los hogares con menos recursos.

La razón está sobre todo en la caída en el precio de la electricidad y el gas, impulsada por las rebajas fiscales a principios de 2023.

Los alimentos y los carburantes son los componentes que más han empujado al alza el IPC de los hogares más pobres; para los más ricos ha sido el crecimiento de los precios restauración, servicios de alojamiento y el resto de los bienes.

La progresiva retirada de las rebajas fiscales a la electricidad y al gas a lo largo de este año, de concretarse, cambiará la imagen de la inflación por tramos de ingresos en 2024.

 

Como cada año nuevo llega el momento de hacer balance del saldo que ha dejado la inflación a lo largo del año pasado y, más concretamente, como ha variado ese saldo entre hogares según su capacidad económica. En 2021 vimos que el saldo fue tremendamente negativo para los de menos recursos por el encarecimiento de la electricidad. En 2022 la imagen fue sustancialmente diferente, con una tasa interanual del IPC muy homogénea entre los diferentes grupos de hogares, precisamente por el comienzo en la caída de los precios de la electricidad y el crecimiento de los precios de la restauración y el transporte, especialmente los precios de compra de vehículos. Y este año la imagen ha vuelto a cambiar.

 

Como siempre, conviene empezar aclarando ciertos conceptos sobre el IPC. Aunque lo habitual es tratarlo como una cifra única, lo cierto es que no deja de ser una media ponderada, basada en la composición de la cesta de consumo del hogar medio español. Si los hogares pasan a gastar un mayor porcentaje de su presupuesto en un grupo de bienes, cualquier cambio en su precio influirá más en las variaciones del IPC. Para observarlo, empleando los microdatos de la Encuesta de Presupuestos Familiares (2022), dividimos a los hogares españoles en diez grupos según su nivel de gasto equivalente (que nos servirá como un proxy de su renta). Calculamos, para cada uno de esos grupos desde el 10% con menor capacidad económica (decil 1) hasta el top 10% (decil 10), cuál ha sido IPC interanual que han soportado en 2023, tomando para ello las cestas de consumo de cada grupo. 2023 trajo una inflación interanual del 3,1%. sustancialmente menor al 5,4% del 2022, que además fue creciente en función de la capacidad económica del hogar; es decir: aquellos hogares con mayor capacidad de compra enfrentaron un mayor crecimiento de sus precios respecto al resto. Si bien esta diferencia es modesta en puntos porcentuales (1,2 puntos de diferencia entre los deciles 1 y 10), no lo es en términos relativos, puesto que el IPC experimentado por los hogares más pobres sería alrededor de un 33% más bajo que el de los hogares más ricos en el último año. 

Para entender por qué el 2023 nos ha dejado esta imagen podemos descomponer la variación interanual de cada decil entre los diferentes grupos de bienes que más han contribuido a ella, ya sea positiva o negativamente, de modo que la suma de todos sus valores dé como resultado los valores asociados al año 2023 en la gráfica anterior. Este gráfico es relativamente similar al que se correspondería con el año 2022, pero hay cambios que implican que pasemos de un año con muy pocas diferencias en la inflación por deciles a uno con diferencias sustanciales, y tendencia creciente. En primer lugar, la suma de los valores positivos en cada decil ya no es decreciente, como lo era en 2022. Aunque los alimentos y bebidas no alcohólicas han vuelto a suponer un elemento clave de la inflación de este año, especialmente entre los hogares más pobres, el crecimiento de los precios en la restauración, los carburantes y el resto de los bienes y servicios han empujado al alza lo suficiente el IPC de los hogares más acomodados como para corregir el efecto regresivo que han jugado los alimentos. 

 

 

En segundo lugar, la bajada en el precio de la electricidad ha vuelto a tener un papel clave, reduciendo sustancialmente la tasa de inflación que enfrentaron los hogares más pobres mientras dejaba prácticamente constante la que experimentaron los más acomodados.  Además, a la electricidad se ha sumado este año el gas, aunque de forma mucho más modesta en términos cuantitativos, reduciendo el IPC especialmente entre los más pobres. La suma de ambas cosas(inflación positiva apenas diferencial entre deciles e inflación negativa en dos productos clave muy sesgada hacia los deciles bajos) es lo que nos ha dejado la imagen creciente del IPC con la capacidad económica del hogar en el pasado 2023. 

El gráfico anterior puede descomponerse a su vez en dos partes, puesto que la contribución de cada categoría de bienes al IPC no es más que el resultado de multiplicar su variación de precios por su peso dentro del gasto monetario (es decir, de la cesta) de cada decil. Sabiendo esto, los dos siguientes gráficos nos indican que parte de esta multiplicación es la que ha contribuido más en cada caso. Por ejemplo, es claro que, en el caso de los alimentos, cuyo precio ha subido más del doble respecto a la media del IPC, la razón predominante ha sido su enorme peso en el presupuesto de los hogares, que se acerca al 30% para los hogares más pobres. En el lado opuesto, para la electricidad y el gas, el factor que más ha contribuido es su drástico cambio de precios en 2023, que ha caído casi un 20%, puesto que su peso sobre el gasto total es más bien modesto en comparación con el resto de las partidas. 

En suma, 2023 ha cerrado el círculo que se abrió en 2021 con el tremendo incremento del precio de la electricidad, ayudando a compensar su caída en 2022 y 2023 el crecimiento en el precio de los alimentos y otras partidas relevantes. Merece la pena destacar que el efecto que ha jugado la electricidad en los últimos dos años (y el gas en el último) ha estado decisivamente apoyado por rebajas impositivas en el IVA y otros impuestos que, recordemos, se incrementarán este año. De aprobarse los decretos pendientes, el IVA a la electricidad subiría del 5% al 10% y el impuesto especial a la electricidad pasarñia desde el 0,5% al 2,5% en el primer trimestre del año y al 3,8% en el segundo. El IVA al gas, del 5 % al 10 %, con la diferencia de que volverá a aumentar hasta el 21 % original a partir del 1 de abril. Como ya vimos en pasados documentos, estas rebajas impositivas fueron, en términos generales, bastante ineficientes en términos distributivos respecto a otras políticas como el IMV, al no tener ninguna forma de discriminar por renta y, adicionalmente, distorsionaron las señales de precios necesarias para fomentar el ahorro energético. Aún con todo lo anterior, su retirada contribuirá a reducir el efecto igualador que han tenido estos dos bienes en 2023, y abre la puerta a que, en 2024, estos pasen a contribuir positivamente al IPC. Por tanto, la utilización de esos nuevos impuestos reintroducidos por el estado será lo que, en última instancia, determinará el saldo final muchos hogares a lo largo de este nuevo año. 

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