De gestión centralizada a gestión autonómica de la pandemia: desafíos y oportunidades

Sandra León
12 Jun, 2020

EsadeEcPol | Policy Insight

Resumen ejecutivo

  • Coordinar la respuesta a la pandemia de la covid-19 presenta un dilema entre centralización (evitar que las medidas que se aplican en unos territorios tengan externalidades negativas en el resto) y descentralización (ajustar las medidas a las necesidades de cada territorio).
  • La respuesta centralizada en España ha permitido alinear criterios, pero también ha presentado problemas de coordinación, abriendo grietas en el funcionamiento del modelo autonómico, en el reparto de responsabilidades y en el rendimiento de cuentas.
  • Desde la fase 3, las Comunidades Autónomas recuperan la gestión de la crisis. Cuatro mecanismos servirán para moderar el ritmo de regreso a la normalidad:
    1. Los gobiernos autonómicos se tendrán que someter al criterio sanitario que domina la opinión pública.
    2. Una vez recuperen la iniciativa, la ciudadanía podrá evaluar su gestión de manera más clara: para un gobierno autonómico resultará costoso introducir medidas con premura que luego pueden tener que ser revertidas.
    3. Para reducir la probabilidad de que las decisiones de los gobiernos acaben siendo cooptadas por un grupo de interés, las propuestas y demandas que emerjan de la sociedad civil hacia el Gobierno deben canalizarse a través de foros multilaterales que estén regulados por el principio de la transparencia.
    4. Además de epidemiólogos, los gobiernos deberían contar en sus gabinetes de análisis y seguimiento del coronavirus con economistas o sociólogos, pues esto les permitiría tener una visión más global y ponderada de los efectos de las medidas aplicadas en ámbitos como la economía o la educación.
  • El retorno de la iniciativa autonómica presenta además dos oportunidades:
    1. Los territorios pueden convertirse en laboratorios de experimentación y aprendizaje, especialmente en la regulación de dos sectores sobre los que hasta ahora el Gobierno central ha elaborado pocas directrices: el turismo y el sistema educativo. Con ello podría crearse una base común de buenas prácticas en la lucha para controlar la epidemia, destinada a ser cultivada, expandida y compartida en los órganos de cooperación intergubernamental.
    2. La autonomía de la que disponga cada gobierno autonómico para gestionar de manera descentralizada la epidemia y sus efectos debe ser compatible con el refuerzo de los mecanismos de cooperación verticales (de las autonomías con los gobiernos locales y con el central) y horizontales (con el resto de Comunidades Autónomas).
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