El impacto de la pandemia en el turismo: modelos, estancias y mercado de alquiler

José María Raya
14 jul., 2021

La temporada turística de 2021 va a ser crucial para la recuperación de la economía española. Para modular las expectativas al respecto, es clave partir de los datos disponibles durante lo que llevamos de pandemia, que indican una afectación más intensa en España que en el resto del mundo, así como repuntes más modestos de lo esperado en la temporada veraniega de 2020.

→ Los efectos agregados de la pandemia sobre el sector turístico han sido incluso peores que en el resto del mundo: los viajeros extranjeros se redujeron durante 2020 en un 77%, situándonos en niveles de 1969. El desplome del gasto turístico respecto al año anterior fue igual de grave: un 78,6% menos. Las comunidades autónomas con más peso turístico han sido las más azotadas.

→ Por meses, en julio y agosto de 2020, pese a la desescalada y la reapertura, la actividad fue de apenas un 20% de la observada en 2019. A partir de entonces la actividad turística se situó en el entorno del 10-15% del 2019. En términos de ocupación hotelera, en ningún mes se llegó al 50% de plazas ocupadas sobre el total.

  • En lo referente al tipo de turismo, en los datos que proporciona la plataforma AirDNA para la ciudad de Barcelona observamos un ligero aumento en precios, motivado por un demandante más cercano al turismo de negocios. En ocupación e ingresos los descensos están por encima del 20%.
  • Se observa un interesante efecto en la estancia mínima: durante el periodo 2014-2019 ya aumentó de 4 a 8 días. Pero además la pandemia ha elevado esta estancia mínima hasta los 12 días en 2020 y 15 en 2021. Los propietarios han buscado un inquilino más estable. Parte de los pisos turísticos se han desplazado hacia el alquiler tradicional. Este hecho ha podido contribuir a la reducción de precios observada en 2020 en el mercado del alquiler de Barcelona.

Es imprescindible hacer un seguimiento de la duración y los efectos de este fenómeno del tránsito de oferta de pisos hacia oferta de mercado de alquiler tradicional. Esta y otras evaluaciones similares de fenómenos acentuados durante la pandemia podrían informar la imprescindible reconversión del sector, que debería girar en torno a dos ejes que pueden beneficiarse de esta tendencia incipiente:

a. Aumento de la diversificación de la oferta y diversificación geográfica con el objetivo de llegar a nuevos segmentos internacionales más rentables.

b. Fomentar la desestacionalización.

Además, para ajustar la recuperación del sector, proponemos evitar las ayudas a la demanda turística, pues son regresivas y en última instancia no incentivan el viaje de nuevas personas sino que más bien aplican un descuento a las que ya pensaban viajar igualmente. En cambio, el sector, a corto plazo, necesita ayudas directas y ampliación de los ERTEs para subsistir. En esta provisión sería imprescindible discriminar a favor de los negocios viables.

A medio plazo, hay que reflexionar sobre la excesiva exposición de la economía española al sector turístico. Sin renunciar a un segmento clave de nuestra riqueza, sería conveniente atender a diversos estudios recientes que apuntan hacia una dudosa capacidad del turismo como motor económico.

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