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La verdadera relación especial

En Washington, la dirigente alemana ha hecho gala de su instinto camaleónico
ABC | | 2 min read

Es muy posible que Joe Biden sea el último presidente de Estados Unidos que se siente europeo, irlandés por más señas. Desde los tiempos de la Administración Obama, Washington ha virado su atención hacia el Pacífico y Europa se ha quedado en la periferia del mundo. Ante la reclamación de que la superpotencia no tiene mejores aliados que los del viejo continente, el pragmatismo norteamericano reclama hechos y no solo buenas intenciones. Solo Angela Merkel, a punto de dejar el poder, consigue que Biden y los demócratas se paren a escucharla y reconozcan su estatura como líder europea e internacional. Hace tiempo que la relación especial histórica del Reino Unido con EE.UU. ha decaído. El busto de Winston Churchill que decoraba el Despacho Oval ahora se guarda en un desván de la Casa Blanca. Un Brexit calamitoso ha dado la puntilla al estatus privilegiado de los británicos en la relación transatlántica y a su capacidad de servir de puente. En su viaje de despedida a Washington, Merkel ha mostrado cómo Alemania toma el relevo del Reino Unido, a pesar de las limitaciones de representar una doble política exterior –la suya y la de la UE– sin capacidades militares globales.

La canciller es experta tanto en Rusia como en China: nadie en Europa ha trabajado más estas relaciones, nadie conoce mejor a Vladimir Putin y a Xi Jinping. Merkel difiere con Biden en algunos asuntos no menores, como la evaluación del riesgo de su dependencia energética de Moscú o la consideración del régimen de Pekín como un rival estratégico. Sin embargo, en Washington, la dirigente alemana ha hecho gala de su instinto camaleónico y ha reclamado que China juegue en la globalización con las mismas reglas que los demás. Ha dado de este modo un paso más hacia las tesis de los halcones demócratas (todos expalomas), que ven inevitable una nueva guerra fría con China por un choque inexorable de principios y valores. Mientras elogiaba la trayectoria de Merkel, Biden no habrá dejado de preguntarse si su sucesor designado –¿quién es Armin Laschet?– estará a la altura.