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LA MURALLA MÁS ALTA

ABC | | 2 min read

El nuevo ’impeachment’ o juicio político a Donald Trump servirá para aumentar la polarización en un momento en el que se necesita justo lo contario. Hay razones jurídicas y morales que avalan proceder contra el anterior presidente por incitar a la insurrección. Los vídeos del asalto al Congreso y las declaraciones unas horas antes de Trump hablan por sí mismos. Pero un análisis sosegado del contexto social debería haber llevado a los legisladores demócratas a concentrar sus esfuerzos en apoyar los planes de Joe Biden de unir al país, luchar contra la pandemia y acelerar la recuperación económica. Difícilmente se conseguirá que diecisiete senadores republicanos apoyen un veredicto de culpabilidad. Donald Trump no comparecerá y sus abogados no admitirán ninguna responsabilidad por lo ocurrido el día de Reyes. Ponen además en duda que se pueda juzgar a través de este procedimiento excepcional a un ciudadano privado, sin una investigación previa exhaustiva y sin respetar su libertad de expresión, el derecho más protegido en la jurisprudencia norteamericana. Con toda intención, los letrados de Trump añaden a sus argumentos que los demócratas actúan contra la promesa de Biden de unir a una sociedad escindida en dos mitades y exacerban las divisiones. Lo peor del caso es que Trump saldrá indemne y exhibirá esta victoria política para aumentar el control férreo sobre el Partido Republicano. Desde su club de Florida, está dispuesto a ser un expresidente distinto a los demás, del mismo modo que en la Casa Blanca fue un transgresor que rompió con todas las convenciones. El 87% de los votantes republicanos opinan favorablemente de él y un 77% piensan, sin prueba alguna, que Biden ganó las elecciones de forma fraudulenta. La división del país es profunda. Los buenos resultados en el terreno de la vacunación y del crecimiento económico ayudarán algo a reducir la brecha, pero las raíces del problema no son solo materiales. Biden ha anunciado que dejará de financiar el polémico muro en la frontera mexicana. Pero la muralla que tiene que volar primero está dentro de Estados Unidos y no encuentra una fórmula sencilla para dinamitarla.