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Fondos soberanos cambiantes

La Vanguardia | | 3 min read

El fondo soberano de Noruega tiene un valor de un billón de euros. En 1990 el Parlamento aprobó la ley de Fondo Público, que asignó al banco central (Norges Bank, NB) la gestión de los recursos que el país obtiene de la explotación de los yacimientos de gas y petróleo para las futuras generaciones, pues los fondos que se obtienen se agotan rápidamente.

NB invirtió en 1996 en títulos de renta fija, pero la deuda rinde poco (en la zona euro e incluso en Suiza la deuda soberana está en tipos negativos) y cambia más que la Luna. Luego empezó a invertir en acciones de compañías cotizadas en bolsa, pero debían cumplir un estricto código ético. No fabricar minas antipersona ni cualquier tipo de armamento; no debían emplear niños ni prisioneros y tampoco podían fabricar y distribuir tabaco y pesticidas dañinos y en ningún caso medicamentos que no cumplieran las normas de seguridad sanitaria.

En agosto de este año el Gobierno pidió al NB que le informara de su experiencia en inversiones de compañías que no cotizan en bolsa. Evidentemente, las compañías cotizadas pasan numerosos filtros y sus estados financieros están sometidos a revisiones. Noruega pidió además a NB una lista por distribución geográfica pues hasta entonces el fondo invertía 1,4% de sus recursos en
todas las bolsas oficiales del mundo. En las bolsas españolas las inversiones de NB llegaron al 2%.

Los resultados de NB han evolucionado con el comportamiento de las bolsas. Wall Street tuvo un rendimiento medio anual (en dólares) del 6%, en acciones. En el 2018 NB ganó en Wall Street el 3,1% en acciones; 1,9% en las colocaciones en acciones no cotizadas y un rendimiento negativo en obligaciones (-0,3%).

El 27 de marzo de este año el ministerio de Finanzas planteó al NB la oportunidad de invertir en forma casi exclusiva en Wall Street y dejar de hacerlo en las bolsas europeas. Cambiar también la relación que existe entre las inversiones en compañías que están desarrollando innovaciones tecnológicas (aunque no coticen en bolsa) frente a las tradicionales de bienes de consumo o servicios. La decisión no fue fácil, pues no siempre se cumple que a mayor riesgo puede conseguirse más rentabilidad. Finalmente se decidió invertir en compañías que estaban en un proceso de desarrollo de nuevas tecnologías y, con más capital, podrían anticipar su entrada en bolsa y cumplir con las estrictas medidas de seguridad de NB. Temasek (Singapur) tiene un tercio de la cartera de NB y diversifica en dólares. Un gran banco de inversiones suizo recomienda a sus clientes invertir más en Estados Unidos. La bolsa de Filadelfia atrae las innovaciones del futuro y las compañías del Valle del Silicio y las 5G tienen mejores perspectivas. ¿Conviene seguir sus nuevas estrategias?