Desigualdad de la Renta y Redistribución en España: Nueva Evidencia a partir de la Metodología del World Inequality Lab

Miguel Artola Blanco, Clara Martínez-Toledano, Alice Sodano
22 Jun, 2022

La desigualdad de ingresos ha aumentado en muchos países desarrollados y en vías de desarrollo durante las últimas cuatro décadas, lo cual ha generado un interés creciente por parte de la comunidad académica y política sobre su medición y sus determinantes. 

 

La fuente estándar para medir la desigualdad y la redistribución de la renta son las encuestas de hogares, que suelen subestimar los ingresos más altos y no capturan la renta total de los países, lo que puede dar lugar a posibles inconsistencias en el estudio de las interacciones entre crecimiento, desigualdad y redistribución. Con el objetivo de sortear dichas limitaciones, Piketty y coautores (2018) desarrollaron bajo el paraguas del World Inequality Lab lo que se conoce como Cuentas Nacionales Distributivas, a partir de un estudio pionero para Estados Unidos. Los autores combinan datos fiscales, encuestas, y las cuentas nacionales para construir series sobre la distribución de la renta nacional antes y después de impuestos, transferencias y consumo público. 

 

Partiendo de esta novedosa metodología, en este informe presentamos las primeras series sobre desigualdad de la renta para España en las últimas dos décadas. Encontramos los siguientes resultados:  

El peso de las rentas del capital (un 25% del total) no ha crecido tanto respecto a las rentas del trabajo (el 75%) comparado con otros países desarrollados. 

Los niveles de desigualdad de la renta son mayores que los obtenidos en estudios previos en base a encuestas o datos fiscales. El 1% que más gana obtiene entre un 13 y un 17% de la renta nacional (y no un 10 u 11% según las estimaciones anteriores).  

Las desigualdades de renta se redujeron durante los años del boom inmobiliario, pero han aumentado desde el estallido de la crisis financiera de 2008, debido fundamentalmente al aumento del desempleo, al recorte en salarios y al crecimiento de las rentas financieras entre los grupos de renta más altos. La participación del 1% que más gana en la renta nacional ha aumentado de un 13% en 2007 a un 17% en 2019. 

La recaudación por impuestos aumentó durante la década de los ochenta (del 15 al 26% de la renta nacional), manteniéndose relativamente constante desde entonces. No obstante, la composición de la recaudación por tipo de impuesto ha experimentado importantes variaciones. El Impuesto sobre Sociedades ganó importancia respecto al IRPF durante el boom inmobiliario, pero con la llegada de la crisis financiera su peso cayó de forma notable. 

El sistema de impuestos y trasferencias, así como consumo público en sanidad y educación, permiten reducir parte de las desigualdades de ingresos. En 2019 el 50% más pobre tenía 14% y un 17% antes y después de redistribución, respectivamente. Sin embargo, los patrones de desigualdad no varían sustancialmente a través de la acción redistributiva del Estado. La progresividad del sistema fiscal ha caído desde la crisis financiera de 2008. 

 

Estos resultados muestran que la desigualdad es un fenómeno complejo y multidimensional, que debe abordarse desde distintos enfoques y políticas. A continuación, planteamos las más importantes: 

Es necesario mejorar las políticas educativas para cerrar las brechas educativas, así como avanzar hacia la reducción del elevado desempleo y de la temporalidad para mejorar los ingresos de las rentas medias y bajas. Estos cambios deberían estar acompañados por el impulso de un nuevo modelo productivo que genere nuevos empleos y mayor valor añadido con ayuda de las nuevas tecnologías en sectores en los que el país tiene una ventaja comparativa.  

La excesiva exposición a la vivienda perpetua un modelo productivo basado en el ladrillo, acrecienta los riesgos sistémicos (dada la escasa diversificación patrimonial) e, inevitablemente, concentra los beneficios empresariales entre los más ricos. Se necesitan políticas de educación financiera, incentivos a la diversificación patrimonial y la participación accionarial de los trabajadores en sus empresas.   

En materia fiscal, es clave aumentar el carácter redistributivo del sistema. La medida más urgente radica en la reforma del Impuesto sobre Sociedades para que se recuperen los niveles efectivos de presión fiscal anteriores a 2008. Asimismo, se debe buscar una armonización de la fiscalidad patrimonial, en particular de los impuestos sobre la propiedad (IBI, Impuesto sobre el Patrimonio y sobre Sucesiones y Donaciones) con vistas de incrementar la progresividad del sistema. 

 

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