Cómo alinear los objetivos de independencia energética y descarbonización: retos clave y posibles vías para superarlos

Manuel Hidalgo Pérez, Jorge Galindo, Natalia Collado Van-Baumberghen
2 Jun, 2022

El nuevo objetivo de independencia energética europea de Rusia se suma a y debe alinearse con el ya establecido de descarbonización de nuestra economía. Esta alineación parece obvia en el muy largo plazo, pero en el corto y medio plantea retos para España y para el resto de países: 

  1. La presión inmediata al alza de la inflación, mayor por el desacoplamiento de Rusia, puede llevar (y está llevando) a decisiones que incentivan las emisiones.  
  2. Los costes de la transición, como los de las presiones inmediatas, no sólo son considerables, sino que no se reparten simétricamente entre la población: tienden a caer sobre los sectores socioeconómicos más vulnerables.   
  3. Los mecanismos y decisiones necesarias para implementar un mix que asegure descarbonización e independencia no están lo suficientemente articuladas con la nueva situación ni con los costes diferenciales y asimétricos que puede traer, especialmente a muy largo plazo (después de la próxima década) y en el nivel territorial.  

 Para enfrentarlos, proponemos considerar las siguientes líneas de acción:  

Evitar el uso de control de precios y subvenciones para mantener la señal de que los precios de los productos contaminantes y que nos llevan a depender de otros países (combustibles fósiles) deben reflejar reflejan estos problemas, dejando el manejo de la inflación en la medida de lo posible en manos de los Bancos Centrales.

Esto nos debería llevar a valorar el coste que implica indexar transferencias masivas como las pensiones al IPC, algo que incentiva el recurso a controles de precios y subvenciones  

Mejorar el diseño del mercado eléctrico para asegurar que combina incentivos para la transición hacia energías no emisoras, protección a los más vulnerables, y progresiva independencia energética.  

  • La “excepcionalidad ibérica” diseñada y pactada por los gobiernos español y portugués podría funcionar en ese sentido pero solo si el precio final después de la imposición de un tope al gas es lo suficientemente alto como para seguir incentivando la transición. Habría que vigilar de cerca la evolución de los precios desde el momento de su activación a tal efecto.  
  • Alternativamente, se podrían utilizar los “beneficios caídos del cielo” (el excedente con el que cuentan las empresas en los picos de precio) para financiar transferencias directas a la población afectada, lo cual respetaría la señal de precios y esquivaría el riesgo de dejar de incentivar la transición. Esto, sin embargo, podría estar expuesto a inseguridad en el plano jurídico, así que habría que considerar la posibilidad de implementar las transferencias igualmente financiadas vía impuestos, o emplear otros instrumentos. 

→ Reducir las asimetrías en el impacto mediante transferencias compensatorias para los sectores más vulnerables del tejido social: antes incluso que hacerlas más generosas o añadir nuevos programas habría que garantizar y ampliar su acceso, haciéndolo efectivo para el tercio o la mitad de menor ingreso de la distribución de hogares. 

→ Ganar poder de demanda mediante el establecimiento de un cartel europeo para la compra de gas, que podría complementar a otras medidas (arancel o desconexión con Rusia), lo cual permitiría mantener una mayor presión a la baja sobre los precios. Los ahorros correspondientes (o parte de ellos) podrían destinarse a inversión en energías limpias. 

→ Definir un mix energético realista y justo, que mantenga a las renovables junto a la posibilidad de aprovechar las sinergias entre el gas y el impulso al hidrógeno, estableciendo un tránsito gradual del primero al segundo, en las que España puede jugar un papel gracias a su capacidad de regasificación. La situación actual de la política nuclear en España debería también reevaluarse a la luz de lo que podría aportar para el nuevo objetivo de independencia energética. 

→ Invertir más en racionalización de la demanda y eficiencia energética, especialmente a través de impuestos progresivos y bien dirigidos, mejora de la información disponible para consumidores, y acciones de rehabilitación de vivienda. 

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