Los costes potenciales de la nueva subida del salario mínimo en España

Ángel Martínez Jorge
16 Feb, 2022

En dos frases: la subida del salario mínimo anunciada por el gobierno puede tener efectos negativos para trabajadores jóvenes en determinados sectores, especialmente en los dominados por empresas pequeñas. La evaluación de estos efectos debería ser más cuidadosa y realista, y sugiere la necesidad de contemplar otras opciones para mejorar la situación de los trabajadores de menos ingresos, tales como salarios mínimos segmentados por edad o complementos salariales financiados por el sistema fiscal.

El salario mínimo interprofesional volverá a subir en 2022 desde los 965€ actuales hasta los 1.000€ brutos en catorce pagas. La subida del salario mínimo, como cualquier política pública, genera ganadores y perdedores, aunque en este caso no es el legislador quien asigna esas pérdidas y ganancias, sino las empresas cuando reaccionan ante unos mayores costes salariales. Esta reacción puede venir esencialmente en cuatro formatos que no son excluyentes entre sí, y que se clasifican según quién vaya a asumir este coste: el consumidor final (1), el empresario o inversor (2), el trabajador de bajo ingreso (3) o el resto de trabajadores (4).

  1. Aumentando sus precios: Si la empresa se enfrenta a un mercado con una demanda más bien inelástica (esto es, que puede subir los precios sin arriesgarse a que le compren mucho menos) entonces es más probable que la empresa intente compensar su subida de coste aumentando precios. Aunque no tiene por qué ser el principal mecanismo de ajuste es uno muy bien documentado en varios países. En el caso de Hungría, Harasztosi y Linder (2019) mostraron que un 75% del coste del aumento del salario mínimo se canalizó hacia los consumidores mediante mayores precios. Por su parte, en Gran Bretaña un estudio realizado para la Low Pay Comission encontró relación entre la incidencia del SMI y la subida de precios, aunque de forma mucho más tenue.
  2. Menor demanda de trabajo: Esta opción es la que acapara una mayor atención ya que, en muchos sentidos, es la que ofrece los peores resultados posibles, dando como consecuencia un efecto incierto en la subida de la masa salarial y la desigualdad, que dependerán de la magnitud del efecto. La forma en la que la empresa cambiará su demanda de trabajo dependerá del poder de la empresa en el mercado laboral en el que opere. De hecho, Azar et al (2019) encuentran que es precisamente ese poder de mercado el mayor determinante de si la subida del SMI destruye empleo en Estados Unidos. En España este efecto está documentado en los trabajos del Banco de España, incluyendo el más reciente. Hay que entender que reducir la demanda de trabajo no pasa necesariamente por la destrucción de empleo en un sentido literal, crear menos puestos respecto a los previstos o reducir la jornada laboral son otras dos formas muy comunes de ajustar la demanda de trabajo.
  3. Reduciendo los salarios de otros trabajadores: Aunque esta opción sigue estando relativamente inexplorada por la investigación, el reciente estudio de Gregory y Zierahn (2022) ha mostrado que esta es una posibilidad real cuando el salario mínimo en un sector determinado llega a tener una cobertura muy elevada (superior al 90% sobre el salario medio). Los autores encuentran que se produce una caída salarial entre los trabajadores mejor remunerados en dichos sectores como consecuencia del aumento del SMI. Aunque en España aún estamos lejos de ese escenario, cada vez hay más sectores en determinadas comunidades autónomas que se acercan a esa situación, por lo que no debemos descartar por completo este mecanismo de ajuste.
  4. Reduciendo sus beneficios: Si la empresa enfrenta una demanda más bien elástica y además no tiene demasiado poder en el mercado laboral entonces lo más probable es que sean los propietarios quienes acaben asumiendo el coste en última instancia. Aunque esta es tradicionalmente la opción preferida por los defensores del salario mínimo, sus efectos redistributivos pueden no ser tan grandes si las empresas afectadas son esencialmente pequeñas empresas. Esto fue estudiado para Israel por Drucker et al (2019) donde encontraron que, efectivamente, las empresas más pequeñas redujeron mucho sus beneficios como consecuencia de la subida del SMI pero, al estar sus propietarios en tramos medios-altos de la distribución, el efecto sobre la desigualdad fue mucho más modesto que el esperado.

¿Cómo actúan estos mecanismos de ajuste en España? ¿Cuál pesa más?

Lamentablemente, tenemos evidencia escasa. Los mejores datos laborales disponibles solo permiten, de momento, estudiar el efecto del SMI sobre el empleo, que fue esencialmente lo que hicieron varios autores dentro del paraguas del Banco de España (aquí el trabajo). Encontraron un efecto negativo y grande sobre la demanda de empleo, tanto por la vía de destrucción directa de empleo, como por la menor creación de empleo, y también mediante una reducción de la jornada laboral. Por el contrario, no sabemos nada sobre el efecto del SMI sobre la desigualdad ni sobre la masa salarial en su conjunto.

¿Qué podemos esperar del impacto de esta nueva subida del SMI hasta los 1.000€ en catorce pagas?

Primero, una tasa de cobertura del SMI nunca vista en España. Lejos quedaron los días en que Juan Francisco Jimeno escribía “La insoportable levedad del SMI”, ahora la tasa de trabajadores cubiertos supera el millón y medio de trabajadores.

Para calcular esta tasa de cobertura en 2020 la única fuente de información disponible es el decil de salarios del empleo principal, que nos indica a qué decil salarial pertenece cada trabajador. Al no ofrecer datos por hora, no permite distinguir a qué trabajadores con jornada parcial afectará esta subida. Lo que sí podemos hacer es aproximar una banda aproximada de cobertura. Para el límite superior de esta horquilla, el máximo aproximado de trabajadores cubiertos, observamos en el gráfico siguiente el porcentaje de trabajadores en los dos primeros deciles salariales entre el total de trabajadores dentro de cada sector. En paralelo ofrecemos el mismo dato, pero solamente para aquellas personas con jornada completa, que sería el límite inferior que puede tomar la tasa de cobertura. La tasa real quedará entre estos dos valores, y será mayor o menor en función de la cantidad de empleos a jornada parcial afectados por el SMI en cada sector.

Los datos del decil de salarios del empleo principal para el conjunto de trabajadores indican que la cobertura (los dos primeros tramos) llega a superar el 25% en muchos sectores de actividad. En el caso de las actividades administrativas y auxiliares el porcentaje de trabajadores afectados por la subida supera ligeramente el 35%, algo más que en el caso de los trabajadores dedicados al comercio al por menor y la reparación de vehículos y las actividades inmobiliarias donde está entre el 25% y el 30%. En el caso de la hostelería la tasa de cobertura se dispara hasta el 50%, aunque, como veremos, en este sector tiene una importancia particularmente grande la jornada parcial, lo que limita los resultados.

Teniendo en cuenta los datos del decil de salarios del empleo principal solo para trabajadores a jornada completa podemos obtener el límite inferior del intervalo: el porcentaje de trabajadores que, con toda seguridad, se verán afectados por la subida, esencialmente los situados en el segundo decil. Aunque en todos los sectores se reduce el porcentaje, las cantidades siguen siendo muy considerables. Por ejemplo, en el caso de la hostelería cae del 50% al 30%, mientras que en otros como actividades administrativas pasa de un 36% a un 17%. En la mayoría de casos, las tasas de cobertura se reducen algo por debajo de la mitad cuando consideramos solo a los trabajadores a jornada completa.

Aunque se trata de una horquilla muy grande, hay que considerar que basta con asumir que un mínimo porcentaje de trabajadores a jornada parcial dentro de cada sector se verá afectado por el SMI para situarnos por encima del 20% de tasa de cobertura en todos los sectores analizados.

Una segunda variable clave es el tamaño de empresa, en este caso aproximado mediante el número de trabajadores contratados en el establecimiento. En el caso de las empresas más pequeñas de entre 1 y 10 trabajadores, el porcentaje del total de trabajadores cubiertos por el SMI sería ligeramente superior al 35% frente al 20% en las empresas entre 11 y 19 empleados y el 5% en las empresas de más de 250 trabajadores.

Enfocándonos otra vez más en la banda baja de los intervalos (tomando solo trabajadores a jornada completa) la tasa de cobertura caería hasta el 17% en el caso del conjunto de empresas con menos de 10 trabajadores, mientras que en las empresas con más de 50 empleados caería a menos del 5%. Es muy llamativo que, en el siguiente escalón salarial, entre los 1.134€ y los 1.336€ hay un 17% de trabajadores de pequeñas empresas. Esto es relevante considerando que el objetivo final en materia de salario mínimo, según el gobierno, es alcanzar los 1.200€ brutos, que prorrateados supondrían 1.400€ en doce pagas. En otras palabras, alcanzar el umbral de los 1.200€ llevaría la tasa de cobertura del SMI, únicamente entre los trabajadores a jornada completa, al 33%.

Estas altas tasas de cobertura en ciertos segmentos del mercado laboral supondrán que el sobrecoste de las subidas del SMI para estas empresas será mayor que nunca, precisamente en un momento donde los beneficios de las Pymes permanecen hundidos. En una circunstancia así, hay que plantearse una vía de ajuste adicional a las mencionadas anteriormente, las quiebras empresariales, estudiada para el área de la bahía de San Francisco en Lee y Luca (2019). Los autores analizan el impacto de las subidas del salario mínimo a nivel de ciudad en las probabilidades de supervivencia de los restaurantes situados en el área de la bahía de San Francisco, encontrando que aquellos restaurantes con peores valoraciones por los usuarios y que, por tanto, probablemente tendrían márgenes de beneficios más reducidos, aumentaron su probabilidad de desaparecer como consecuencias de las subidas del SMI.

Por último, hay que destacar que, basándonos en la evidencia que proporcionó el banco de España en su último informe, los trabajadores jóvenes podrían salir especialmente mal parados con esta subida del salario mínimo. En su estudio, los autores estimaron el efecto tanto de la subida del SMI en 2019 como la experimentada en 2017 sobre los trabajadores afectados en cada caso. Encontraron que la subida de 2019 afectó de manera mucho más brusca al empleo joven que la de 2017, tanto por la vía de destrucción directa de empleo como en forma de dificultad de encontrar un nuevo empleo, lo que lleva a pensar que la actual subida puede llegar a tener un impacto marginal todavía mayor.

¿Qué hacer, entonces?

La combinación de beneficios exiguos en pequeñas y medianas empresas, tasas de cobertura que superan el 30% en sectores importantes y efectos adversos y crecientes en el empleo de los más jóvenes aconsejarían una prudencia que exigiría al menos una evaluación más cuidadosa y desapasionada antes de implementar nuevas subidas. Sería aconsejable que el gobierno se replantee su estrategia sobre el salario mínimo, adoptando salarios mínimos diferenciados por edades para evitar destruir la puerta de entrada al mercado de miles de jóvenes y, además, dar tiempo a las empresas para que puedan ajustarse tras las últimas subidas. Además, el gobierno debería asumir que la vía del salario mínimo está esencialmente agotada, puesto que subidas adicionales a los 1.100€ ya superarían el margen del 60% del salario medio con efectos potencialmente muy negativos sobre el empleo. Como alternativa, un complemento salarial, aunque requiere un esfuerzo presupuestario que no demanda el salario mínimo, no tiene efectos adversos sobre el empleo y, combinado con un SMI alto como el actual, puede ofrecer muy buenos resultados en términos de pobreza y desigualdad (y no solo pobreza y desigualdad salariales).

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