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Cómo perder la guerra de Ucrania

ABC | | 2 minutos de lectura

Las dudas y reservas crecientes a ambos lados del Atlántico sobre una posible victoria de Ucrania frente a la invasión rusa pueden llevar en menos de un año a una derrota. No solo perdería el pueblo ucraniano, que se ha defendido con enorme valentía y éxito. Sería un fracaso de los más de cuarenta países aliados que respaldan al país injustamente agredido. Los europeos no tardaríamos en darnos cuenta de que un Vlaímir Putin triunfador no se va a contentar con ocupar parte de Ucrania y debilitar al máximo el resto del territorio. Enseguida ejercerá presión sobre Moldavia y los Bálticos y la inestabilidad en la frontera Este de Europa irá en aumento. Xi Xinping tomaría buena nota de la debilidad occidental.

Este análisis es compartido en Estados Unidos y nuestro continente. Pero la tentación del apaciguamiento y el cansancio ante una guerra que exige apoyo militar y financiero continuo hacen mella en algunos actores decisivos. Uno de ellos es el Partido Republicano, que sigue vetando en la Cámara de Representantes un importante paquete de ayuda. La formación política que hizo tanto para ganar la Guerra Fría ha mutado hacia el aislacionismo. Se ha convertido en un culto a Donald Trump, dispuesto a «terminar la guerra en veinticuatro horas», algo imposible de hacer sin recompensar la agresión de Putin. Por su parte, en Berlín el canciller se niega a enviar los misiles de largo alcance Taurus a Ucrania, con los que se podrían destruir las líneas ferroviarias esenciales para la logística rusa, el punto más débil del ejército invasor. 

También servirían para volar el puente de Kerch, que une Rusia con la ocupada Crimea. En el gobierno tripartido reina la confusión sobre cómo reforzar el papel internacional de Alemania en un entorno plagado de peligros. Un debilitado Olaf Scholz no se fía de los ucranianos y vuelve a perder la ocasión de actuar a tiempo, como ocurrió durante el debate sobre los tanques Leopard, enviados tarde. Por mucho que el político germano critique a Trump, los dos pueden acabar siendo coautores del manual para perder esta guerra.