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Una 1509000 del 'compliance'

Suplemento Dinero de La Vanguardia | | 3 minutos de lectura

Esta semana, con motivo de la presentación del Segundo Barómetro del Empresario que promueve i la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), el presidente de ATA y vicepresidente de la CEOE, Lorenzo Amor, expresó de forma manifiesta su preocupación por la complejidad normativa a la que se está sometiendo a las empresas europeas. Y lleva toda la razón. 

La normativa es necesaria, sin lugar a dudas. Pero la normativa, aparte de regular, ha de hacerlo de forma efectiva. Ha de servir no solo para proteger a la sociedad, sino también para contribuir al desarrollo empresarial, y no para dificultarlo, Se trata de que la normativa, a la par que regula, genere barreras de entrada a la competencia que no la cumple. Pero, en lugar de eso, debido a la fuerza de la globalización, tanto de productos y servicios como de capitales, tecnología y conocimiento, la regulación, por excesiva, la vulneran fuera de Europa, por lo que se está volviendo un lastre, una desventaja competitiva para la empresa doméstica. Y ahí nos estamos equivocando, y mucho. 

Las exigencias del llamado compliance son cada vez más difíciles de cumplir. El tejido empresarial español está compuesto en su mayoría por pequeñas y medianas empresas. El 90% tiene menos de seis empleados. Y no dispone de recursos para determinadas exigencias. 

Se me pidió en la clausura de la presentación que diera algunas ideas para mejorar el emprendimiento y la creación de empresas en España. Una de ellas era la de crear sistemas fáciles, rápidos y dispensados de burocracia e impuestos a las empresas de nueva creación en sus dos primeros años, que es cuando la mayoría de los nuevos negocios fracasan. Esto, realizado con tiento, evitando casos de sucesión empresarial y aplicado sin fraude, sería de gran ayuda para dejar de seguir ala cabeza en número de empresas que no pasan del segundo año, ya que somos el país donde más sociedades mercantiles se crean. 

Aporto en mi columna de La Vanguardia otra propuesta que ya trasladé a la Autoridad Vasca de la Competencia hace unas semanas: crear una especie de ISO9000, como se hizo en su día en cuestiones de calidad, con relación al compliance. Se trataría de un solo certificado que avalara que una pyme cumple con el 90% de lo que se tiene que cumplir y que permita presentarse a licitaciones, constar en plataformas de compras de organizaciones europeas o quedar habilitados como posibles proveedores dela administración pública. Un solo documento y trámite que acredite que una empresa está al día en normativa y, así, el empresario pueda centrarse en lo que debe y sabe haber: crear valor, en lugar de dedicarse al papeleo.