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Un aniversario visto desde Kiev

ABC | | 2 minutos de lectura

La OTAN ha celebrado su 75 aniversario esta semana. Sus treinta y dos miembros la consideran más necesaria que nunca y no es exagerado hablar de una resurrección de la Alianza Atlántica. Jens Stoltenberg ha aprovechado la ocasión para proponer la creación de un fondo que durante cinco años asegure la ayuda al país invadido y, de este modo, no depender de contribuciones nacionales a corto plazo y sin coordinación estratégica. Pero el secretario general ha ido más lejos de lo que en estos momentos es posible. El cansancio hace mella en algunos gobiernos. Sobre todo, el bloqueo republicano en la Cámara de Representantes del paquete de ayuda propuesto por Joe Biden tiene consecuencias a diario en el campo de batalla. Esta negativa transmite a los ucranianos que Estados Unidos, cuya ayuda militar no puede ser reemplazada por los europeos, se dispone a abandonarles.

Donald Trump está detrás de esta decisión, porque la propuesta bloqueada por sus huestes también incluye financiación para luchar contra la inmigración ilegal, en especial desde México. El candidato republicano no quiere que en estos meses de campaña electoral mejore la situación de la frontera sur. Si vuelve a la Casa Blanca además está dispuesto a terminar «en veinticuatro horas» con la guerra, algo imposible de hacer sin recompensar al invasor.

Desde Kiev se vive con lógico dramatismo la coordinación cada vez mayor entre Rusia, China, Corea del Norte e Irán y las dudas y vacilaciones de las democracias liberales. Ucrania ha perdido durante la Semana Santa la mitad de su capacidad de generar electricidad por los ataques rusos. A cambio, gracias a la eficaz utilización de drones, el ejército ucraniano ha doblegado a la armada rusa en el mar Negro, sin disponer de una marina propia, una victoria esencial para seguir exportando cereales. Asimismo, Rusia pierde alrededor de mil soldados al día, pero Vladímir Putin evita enviar al frente jóvenes de las grandes ciudades, lo que provocaría las protestas de sus familias. Asistimos a un enfrentamiento entre David y Goliat, sin garantía alguna de que el final sea el mismo de la historia original.