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¿Por qué votan a Trump?

El Correo | | 3 minutos de lectura

Para muchos europeos la posibilidad de que Donald Trump vuelva a ser presidente de Estados Unidos tiene algo de pesadilla inexplicable.

Las últimas encuestas muestran un empate entre los dos candidatos en el voto popular, pero arrojan una ventaja a favor del republicano en los Estados decisivos. Trump va por delante en la media docena de territorios que decidirán la presidencia a través del voto indirecto. Una de las claves de su posible victoria es que el expresidente consigue movilizar más a sus votantes de lo que lo hace Joe Biden, incapaz de despertar mucho entusiasmo entre los suyos, debido a su aspecto frágil y a su apoyo incondicional a Benjamín Netanyahu en las primeras etapas de la guerra de Gaza.

La ventaja que han tenido en los últimos años los demócratas en el voto joven se ha reducido, salvo en el grupo de los universitarios. Las mujeres siguen siendo más demócratas que republicanas. Sin embargo, cada vez hay más afroamericanos e hispanos que se pasan al bando trumpista, porque no quieren ser catalogados para siempre como minorías por la ortodoxia demócrata.

El país está dividido en dos mitades, que viven escindidas en universos paralelos, incomunicados e incompatibles entre sí. Por razones difíciles de comprender, Trump inspira más confianza a la hora de gestionar la economía, la política internacional y los flujos migratorios. Su estrategia es la transgresión y el miedo: no promete el progreso hacia un futuro brillante sino la vuelta a un pasado glorioso que muchos recuerdan y que tal vez no existió nunca.

Quedan, no obstante, más de seis meses para las elecciones de noviembre. Si el candidato republicano es condenado en alguno de de los juicios penales en los que está inmerso, un grupo pequeño pero significativo de votantes dejará de apoyarlo. Trump, además, está teniendo otros problemas: no logra una financiación suficiente de su campaña, no consigue el apoyo de las mujeres que defienden que el aborto sea un derecho y da muestras de una inestabilidad emocional preocupante, que le lleva a promover la violencia.

A cambio, los candidatos de terceros partidos, en especial Robert F. Kennedy, un excéntrico antivacunas miembro de los ‘royals’ de Massachussets, pueden dañar las posibilidades de Biden. Los votantes jóvenes apoyarían su candidatura como voto de castigo a un partido demócrata que no ha sabido renovarse.

Ante este panorama alarmante en Estados Unidos, desde Europa es fácil pasar por alto el número ascendente de acólitos del trumpismo que gobiernan en distintos países de nuestro continente y preguntarse por qué tantos ciudadanos estadounidenses siguen votando a un personaje tan peligroso.