Artículos

Mientras Occidente votaba

ABC | | 2 minutos de lectura

Los ucranianos temen que justo al encarar la fase decisiva del conflicto sus aliados los pierdan de vista Estados Unidos y la Unión Europea entran en sendos ciclos electorales que tendrán consecuencias muy importantes para el tablero internacional. En especial, la invasión rusa de Ucrania puede decidirse en los próximos meses.


Los ucranianos temen que justo al encarar la fase decisiva del conflicto sus aliados los pierdan de vista. El cansancio ha hecho mella en las opiniones públicas occidentales y muchos empiezan a dar por sobreentendido que, de algún modo, Rusia verá recompensada su agresión. Se trata de una visión fatalista -el libreto de la historia no está escrito- y falsamente realista: un Vladímir Putin victorioso llevaría a la inestabilidad permanente de la frontera europea. Sin embargo, es muy posible que los aliados cada vez más miren para otro lado, aunque sigan prestando ayuda militar y financiera a Kiev. Es un apoyo imprescindible, pero siempre por debajo de lo que necesita Ucrania para pasar de defenderse a plantear una ofensiva que le lleve a la victoria.


Uno de los debates que debería ser central en las elecciones al Parlamento Europeo es el que versa sobre el futuro de la seguridad continental. Hay que superar la mentalidad anticuada de que la defensa es por definición una competencia nacional, no susceptible de ser ejercida en el plano europeo. Por el contrario, hoy solo es posible una política de defensa eficaz si tiene lugar en el seno de la OTAN y en el marco europeo. El cambio cultural que se requiere es enorme, porque la mentalidad pacifista sigue predominando en los Estados miembros. El caso de EE.UU. es todavía más medular, al ser la superpotencia que puede frenar el avance de las autocracias en ascenso. Pero el proveedor de estabilidad global tiene ante sí la disyuntiva de elegir entre el realismo prudente de Biden o el repliegue impredecible y airado de Trump. La ironía ante la que nos encontramos es evidente. Están en juego los valores democráticos occidentales y, mientras los ponemos en práctica al acudir a las urnas, corremos el riesgo de desentendernos del ataque ruso sobre un país independiente que quiere unirse a nosotros.