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Un mal negocio

El anuncio de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y trasladar ahí su Embajada debilita los intereses de Estados Unidos y le resta aliados y capacidad de influencia en la región
ABC | | 2 minutos de lectura

No es que este disparo en el pie le importe mucho al presidente. Hace un favor a un amigo en apuros, Benjamin Netanyahu, acorralado por la corrupción, y cumple una promesa electoral poco meditada. Pero lo hace sin ganar nada importante a cambio. Trump a veces toma decisiones para complacer a la parte más extrema de sus votantes, con guiños racistas y xenófobos. Otras veces adopta medidas como la reforma fiscal en ciernes que favorece de forma desmedida a los intereses de importantes empresas o a las grandes fortunas. En su política exterior, sin embargo, con frecuencia cuesta encontrar huella de racionalidad alguna, más allá de fabricar cortinas de humo para tapar los problemas con la justicia de su entorno inmediato y llevar la contraria a Barack Obama.
Cualquier asesor republicano o demócrata con experiencia en Oriente Medio intentaría disuadirle de tomar este tipo de decisiones, argumentando que debería preservar los pactos que tantos presidentes de EE.UU. han impulsado desde la Segunda Guerra Mundial para defender valores occidentales. En este caso, Trump ni siquiera consigue aparecer como el anti-Obama. Su predecesor ya había emprendido la retirada paulatina de la región, una vez decidió no intervenir en la guerra de Siria. El pulso geopolítico con China o la contención de Rusia eran más importantes en el frío análisis obamita de prioridades. Con su precipitación característica, el actual presidente debilita también a Israel, que necesita estrechar sus relaciones con los países de la región para contrapesar a Irán. A Rusia tampoco le beneficia esta decisión, por mucho que Putin haya jugado antes la baza de reconocer la capitalidad de Jerusalén occidental. Moscú no tiene capacidad de ser el nuevo garante de la seguridad de la zona, como se ha comprobado en el caso sirio. Trump hace un mal negocio. Es fácil anticipar que una vez queden claras las consecuencias, intentará que otros paguen por su error.