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Se compra deuda difícil de cobrar

En los peores momentos de la crisis, un empresa­rio me comentó: "Ya no compran ni los que no pagan"
La Vanguardia | | 3 minutos de lectura

Afortunadamente, la liquidez que el Banco Central Europeo (BCE) inyectó a los mercados estimuló la demanda. Y hoy en día los mercados interna­cionales compran deuda de las empresas de Estados Unidos, en forma de bonos, que en la tabla de las agencias que valoran el riesgo poco valen.

Antes de la crisis financiera, los bonos cor­porativos rendían un 2,4% por encima de los bonos del Tesoro americano. Nadie sabía qué hacer con el dinero que llegaba como un tsunami a Estados Unidos y se compraron hipotecas tóxicas y los llamados "bonos basu­ra", que se califican por debajo de CCC. Diez años después, en las bolsas de Estados Unidos existen 1,3 billones de dólares invertidos en esos títulos. A primeros de este mes, según el Financial Times, las empresas emitían al 3,3% por encima del rendimiento de la deuda del Tesoro. Es evidente que las empresas ameri­canas se financian cada vez a costes más bajos. Los que invirtieron este año en bonos de baja calidad ganaron más de un 7%. Con el índice S&P 500 en máximos, es posible que algunos tengan el "vértigo de las alturas".

Si no existieran las bolsas no sabríamos cuánto vale una acción o qué podemos esperar de la deuda de una compañía. Sería muy difícil canalizar el ahorro y los emprendedo­res no encontrarían recursos para nuevas inversiones. Los bonos de baja calidad tardan en ajustarse al riesgo. Eso ocurrió cuando se produjo la fiebre del shale oil, poniendo en peligro las capas freáticas de agua. Las com­pañías tenían más del 80% en "bonos basura" y cuando cayeron los precios del crudo la mayoría quebraron. 

Tres factores influyen ahora en el comporta­ miento de los mercados internacionales. El pri­mero es que disminuye la diferencia entre lo que rinde la deuda pública a 10 años y la de dos y la curva se aplana. Antes de la crisis, cuando ocu­rría eso se tomaba como el indicador de una próxima recesión. El segundo factor procede de las compras que realizan el BCE y el Banco de Japón. Los dos impulsan a los inversores de Europa y Asia hacia los mercados de Esta­dos Unidos. Quien tiene dinero en efectivo puede tener la tentación de colocarlo donde le ofrezcan mejores rendimientos. El tercer factor es que disminuye la percepción de riesgo, como señala el Índice del miedo (del inglés fear gauge) que está en una zona de placidez. 

Para concluir: nunca habíamos tenido tan­tas oportunidades de financiar proyectos a costes tan bajos. Pero si hemos de invertir, mejor hacerlo en acciones y, si son en dólares, cubriendo el riesgo divisa. El índice Euro Stoxx 600 ganó casi un 13% en las últimas 52 semanas. Pero el pasado no suele garantizar el futuro.