En un mundo donde el acceso a la vivienda se ha convertido en un desafío, las personas refugiadas y solicitantes de asilo enfrentan una situación especialmente difícil. Es fundamental adoptar un enfoque integral para garantizarles el derecho a una vivienda digna y segura.

Para las personas refugiadas, una vivienda estable representa seguridad, intimidad e independencia, algo cada vez más difícil de conseguir. Privarlas de esta seguridad dificulta aspectos cruciales de sus vidas que a menudo pasan desapercibidos, como la integración social, las relaciones personales, la estabilidad familiar y la autoestima.

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Artículo publicado en Esade Do Better