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Joan Maria Nin: "ESADE es el futuro"

Artículo publicado en el suplemento Dinero de La Vanguardia
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Con ocasión del 60.º aniversario de Esade, el jesuita Michael C. McCarthy (Universidad Fordham, Nueva York), ha presentado un excelente informe, Aware committed and responsible: future professionals, higher education and social values, en el que aboga por que las instituciones educativas fomenten el desarrollo personal de los alumnos para un futuro ejercicio de responsabilidad pública acorde con valores. 

Coincide el citado aniversario con un escenario de fin de ciclo largo, 75 años desde Bretton Woods, y con una revolución tecnológica en ritmo de progresión geométrica, clave para una mejora de la productividad del sistema, de forma que en el "tiempo comprado" mediante política monetaria heterodoxa después de la crisis del 2008 se pueda hacer frente a una cifra récord absoluta y relativa de endeudamiento de la economía mundial, lo que plantea el formidable reto de su cumplimiento. 

Y aquí es adonde voy. Aceptemos que la revolución tecnológica podrá incidir en la productividad y hacer factible, sin hecatombe, el salto al vacío que la deuda desatada implica facilitando el repago de esta. Pero los excesos suelen venir acompañados de un efecto péndulo, quizás una nueva recesión, que tocará que sea gestionada por una nueva generación de directivos, profesionales, gestores públicos que afrontarán un reto histórico: preservar los valores que nos han hecho más libres y justos para evitar que la crisis y la revolución digital nos lleven a soluciones basadas en propuestas totalitarias, típicas de épocas de crisis, tan fáciles de vender y cómodas de comprar. 

El mundo cambia y se orienta a una división en bloques, con ejercicios clásicos de poder en ascenso: retos demográficos y amenazas militares. Sin embargo, el papel de las grandes ciudades (Barcelona debe ser una de ellas) y los nuevos instrumentos de poder ciudadano que derivarán de la tecnología (sirva como ejemplo el último y de mayor impacto potencial, en forma de propuesta de una nueva moneda -libra- por parte de Facebook) permiten una transversalidad nueva que escapa al monopolio de poder de los estados tradicionales y sus gestores, más refractarios que nunca a un sistema de checks and balances, de contrapoderes (organizaciones internacionales, multinacionales, universidades libres, altos funcionarios) que amortigüen sus propuestas políticas de enfrentamiento basadas en ofertas clientelares. 

Viene todo esto a cuenta de Esade, porque son instituciones como esta las que tienen la responsabilidad de formar para el futuro inmediato las élites dirigentes que aseguren la calidad democrática del sistema, lejos de modelos de democracia directa o aclamativa que tan peligrosos se han demostrado en la historia y tan en boga están hoy en día. Michael C. McCarthy cita, en el trabajo que comentamos, a Philip Selzmich, profesor de Sociología en Berkeley y que ha escrito un interesante trabajo en el que traza una distinción analítica entre organizaciones e instituciones, básica si queremos asegurar la función social educativa en los términos señalados. 

Una organización es un sistema de actividades coordinadas conscientemente, en tanto que una institución es un producto natural que responde a necesidades sociales y que infunde valor más allá de los requerimientos técnicos de la tarea a realizar. Los negocios tienden a ser organizaciones; las universidades, instituciones. Por esto algunas perduran siglos, como la de Bolonia, fundada en 1088 como una agrupación de estudiantes y con estatutos desde 1317; universidad que he visitado con emoción recientemente, dicho sea de paso. También por esto, otras, muy jóvenes, como Esade, emocionan y generan tomas de posición: la misión es formar profesionales en derecho y economía, "negocios", y la intención explícita es construir una sociedad global más humana, más justa, solidaria y sostenible basada en valores de profesionalidad, justicia, calidad humana y vida interior. También respetuosa en las diferencias con otras instituciones que desarrollan sus valores, claro que sí. Es una propuesta encuadrada en los valores tradicionales jesuitas, articulada a través de unijés (universidades jesuitas) y que se concreta en valores de utilitas, iustitia, humanitas y fides y un contexto global: el de la reconciliación, con nosotros mismos, con los otros... y con la naturaleza. 

Colaboro con mi universidad, Deusto, fundada en 1886; su filial Deusto Business School, la más antigua escuela de negocios de España y con la que hemos cumplido nuestros primeros 100 años de servicio, y con Esade, la más joven. Lo hago porque estoy convencido del valor de la educación y porque, en el contexto explicado en la primera parte de este artículo, las instituciones privadas y, en este caso, las educativas son fundamentales ya que el reto que plantea el futuro a sus alumnos no tiene buena solución sin los valores que se deben transmitir acompañando una educación teórica y técnica, siempre necesarias. Matemáticas financieras o derecho laboral... sí, pero en una institución esto no es suficiente aunque el nivel técnico fuera el mejor del mundo. 

Hace falta algo más, como hemos explicado. Por más conocimientos técnicos que se adquieran, de poco servirán, o lo harán en negativo, si no se encuadran en el contexto adecuado. Lo hemos discutido y debatido en el Patronato de Esade, en nuestras jornadas de trabajo estratégico en Sant Benet, en las que nos hemos comprometido a un plan estratégico en el que los valores, los nuestros, son el entramado básico para decidir qué tipo de personas queremos ser en el futuro. El acuerdo en el patronato en este punto es total, el cómo hacerlo está abierto a sana discusión. 

Estoy muy convencido que toda institución educativa, y más una como Esade, es lo que son sus alumnos, más que sus profesores o personal administrativo. Mi experiencia como profesor, circunstancial, es buena: he trabajado con alumnos, personas extraordinarias y que han escogido Esade por diferentes razones, pero seguro, después de conocerles, por la de más peso, sus valores. Cada año me asombra su humanidad y profesionalidad. Claro que esto, siendo necesario, no es suficiente; en nuestro mundo las cosas, además, conviene medirlas: me gusta dar números porque ayuda a entenderse, se puede trabajar y discutir mejor con ellos. Pues bien, en cuanto a números que miden nuestro desempeño, Esade compite con otras instituciones con mayor nivel de endowment, de capital financiero, y siempre en los últimos 25 años a un nivel muy alto, pese a este handicap en contra. En el ranking Financial Times, que mide, básicamente, el éxito profesional de los alumnos al terminar los estudios en términos de empleo y sueldo, hemos cedido algunas posiciones frente a otros competidores, algunas ya recuperadas. ¿Es importante?: por supuesto; además, la competición es estimulante para mejorar.
 
Pero también lo es que en el último ranking de Bloomberg Business Week, construido con datos extraídos directamente de empresas, y alumnos, Esade sale situada en las 7 categorías de las que está compuesto como muy bien o bien y en 5 de ellas como número uno en Europa. Nuestro MBA se clasifica como el segundo mejor del mundo en cuanto a satisfacción de la experiencia educativa, y aquí quien mide a la institución son sus alumnos. Tenemos deberes, escolares claro, para mejorar en lo primero, pero con la premisa de no ceder ni un milímetro en lo segundo si queremos seguir siendo la joven institución educativa, excelente, que ahora es. 

Son tiempos de cambio acelerado, y Esade debe asegurar que permanecerá como institución para el beneficio de futuras generaciones con sus valores de utilitas, iustitia, humanitas y fides. Profesores, personal administrativo, alumnos y patronato son servidores de esta, necesariamente críticos, pero en el contexto general del principio de la reconciliación antes mencionado. Empieza una nueva etapa, con director general y presidente del patronato renovados. El reto es formidable en un contexto difícil, pero la propuesta de valor de Esade es necesaria para que un futuro mejor sea gestionado por nuestros alumnos en términos de responsabilidad pública acorde con valores, tal como decíamos al principio del artículo. 

Por Joan Maria Nin, abogado y miembro del Patronato de ESADE
Artículo publicado originalmente en el suplemento Dinero de La Vanguardia el 18 de agosto de 2019