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La emoción del "Brexit"

Las Provincias | | 2 minutos de lectura

Dentro de pocos días, por primera vez un Estado miembro -la segunda economía y la primera potencia militar- se retirará del proyecto de integración europea. Nadie gana con esta ruptura. Los que más se frustrarán en el futuro serán, sin duda, los británicos. Han elegido apartarse con brusquedad de su entorno económico natural y romper con el bloque más desarrollado del mundo, dentro del cual los sucesivos gobiernos de Londres ejercían una gran influencia desde hacía cuarenta y siete años.
Boris Johnson ha conseguido la retirada con un discurso nacionalista y populista, lleno de emoción, optimismo y pasando por alto los datos y las previsiones. Pero una economía abierta como la británica vive de exportar servicios, ser plataforma de inversiones y ofrecer seguridad jurídica máxima. Necesita recibir trabajadores cualificados y seguir conectada a su mercado principal. La incertidumbre comienza a pasar factura, y más cuando el período transitorio pactado con la UE, en el que se sigue aplicando toda la normativa europea, solo durará once meses.
No hay tiempo para negociar un acuerdo comercial permanente con la UE de 27 Estados miembros. En 2020 volveremos a asistir a nuevos bandazos y giros argumentales inverosímiles en la política británica. La propia unidad del país se debilita con la salida de la UE, así como su influencia global. Como ha explicado Hugo Dixon, recuperan soberanía, pero pierden poder.
El resto de los europeos no podemos simplemente decir adiós. La UE pierde uno de sus motores, el país más partidario de aprovechar las oportunidades de la globalización económica, con una visión admirable del Estado nación anclada en la democracia parlamentaria y el imperio de la ley. Sin las dos graves crisis de la moneda común y la política de inmigración, el resultado del referéndum convocado por David Cameron hubiese sido distinto. A la Unión le hace falta recuperar un componente utópico con el que hacer frente a las voces anti-europeas de los  extremos ideológicos. La tarea de relanzar el europeísmo es ardua y pasa también por recuperar un día como socios a una nueva generación de británicos.