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Empresas de impacto social

Desde hace algunos años, diferentes emprendedores han empezado a enfrentarse de una forma distinta a los retos sociales.
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Desde hace algunos años, diferentes emprendedores han empezado a enfrentarse de una forma distinta a los retos sociales. Estos emprendedores, a los que llamaremos "sociales", se lanzaron a crear empresas buscando la sostenibilidad financiera en el largo plazo. Y, sobre todo, huyendo del modelo caritativo tradicional.

Muchas personas, tanto del mundo empresarial como del académico -profesores que desde hace años vienen enseñando sobre la creación de empresas-, cuando oyen la palabra social antepuesta a la palabra emprendedor fruncen el ceño. El motivo es obvio y no les falta razón. La creación de una empresa tiene mucho de social. Los emprendedores contribuyen a crear riqueza para la sociedad, facilitan el desarrollo de nuevos puestos de trabajo, innovan, etcétera. ¿Por qué inventarse ahora otra categoría denominada "emprendedor social"?

La respuesta es que en las "empresas sociales" los emprendedores que las han creado buscan, por encima de todo, consumar un impacto social muy definido. Ellos crean empresas y, ¿qué duda cabe , en este acto de creación comparten muchos aspectos con los emprendedores de las empresas ordinarias, pero difieren en su misión fundamental. El motor de la creación de una empresa social es el impacto social, no la aventura empresarial.

La distinción fundamental entre "emprendimiento" y "emprendimiento social" está en la proposición de valor. Para un emprendedor, la proposición de valor parte de servir a unos mercados que puedan comprar un producto o servicio determinado, y esta proposición está diseñada para obtener un beneficio para la persona emprendedora y sus inversores. En cambio, un emprendedor social tiene una proposición de valor relacionada con la creación de una transformación positiva en parte de la sociedad o en la sociedad en su conjunto.

Fabricar prendas textiles artesanas, con telares de madera operados por personas con capacidades diferentes; crear una cadena de outlets de ropa con vendedores que tienen trastornos de salud mental; labrar tierras abandonadas con jóvenes en riesgo de exclusión; revolucionar la movilidad de las personas que utilizan sillas de ruedas¿ son algunas de las ideas que han llevado a la práctica algunos de los emprendedores sociales de Momentum Project, y a los que el programa está ayudando a escalar.

Precisamente, cómo escalar y hacer crecer de una forma sostenible a las empresas sociales no es fácil. Las empresas sociales suelen ser pequeñas y no fácilmente escalables. Emprendedores innovadores, enraizados en su territorio, ayudando a personas, pero no preocupados por el tamaño.

Y es aquí donde la llamada "inversión de impacto" puede ayudar a escalar a las empresas sociales, para que obtengan más beneficios y puedan tener más alcance. Esta es una inversión diferente de la inversión socialmente responsable, o "ética", que se caracteriza por tener prohibidas determinadas industrias que se han clasificado como no éticas (por ejemplo, armas, tabaco o casinos). También es diferente de la inversión verde, o en energías renovables, inversiones que están generando mucho empleo, cuyo principal objetivo es no dañar el medio ambiente.

La inversión de impacto se hace en empresas sociales con unos indicadores medibles, y que van a ayudar a personas y colectivos con dificultades. Naturalmente, el impacto medioambiental también es un factor para tener muy en cuenta. Desde hace varios años, algunas organizaciones están trabajando en la mejora de los indicadores sociales de estas empresas. Necesitamos indicadores más fáciles de obtener y que se puedan estandarizar. Porque son estos indicadores de impacto, junto a la rentabilidad económica, los que van a guiar a los inversores.

En definitiva, invertir con impacto quiere decir ayudar a las empresas sociales que compiten en el mercado a no dejar de buscar el equilibrio entre la creación de valor económico y valor social. Este equilibrio es uno de los grandes logros de la propuesta de valor de estas organizaciones, y no se llega fácilmente a él. Necesita grandes dosis de creatividad e imaginación por parte de los emprendedores y sus organizaciones.

En España, como en otros países, recién está empezando este tipo de inversión. Sin duda necesitamos que crezca y acompañar el crecimiento de las empresas sociales. Aunque es un factor muy importante, la inversión no puede marcar el ritmo y el impacto de la empresa social. El ritmo lo marcan los emprendedores, teniendo muy en cuenta las necesidades de los beneficiarios.

En definitiva, ojalá más personas sean conscientes de que invertir en empresas sociales nos beneficia a todos. Porque una sociedad que no alcanza a todos es una sociedad que falla, donde no existe la justicia social. Y, no cabe ninguna duda, de que ahora tenemos las ideas y los recursos para no dejar a nadie atrás.