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Venezuela: crónica de una quiebra anunciada

Expansión | | 4 minuts de lectura

¿Qué país tiene las mayores reservas de gas y petróleo del mundo? No es Arabia  Saudita y tampoco Rusia.  Es Venezuela;  y además tiene las mayores reservas de bauxita; hierro; oro; diamantes, carbón y energía hidráulica.

Financial Times publicó el día 28 que el líder de la oposición de Venezuela (Juan Guaidó, presidente electo de la Asamblea Nacional) se dirigió al gobernador del Banco de Inglaterra y a la primera ministra May pidiéndoles que blindarán los depósitos de oro que se guardan en el Reino Unido (1.200 millones de dólares) porque se trata de reservas que obtuvo ilegalmente el presidente Maduro. Éste llevaba tiempo buscando las reservas del banco central. Según FT, al terminar el pasado año el Banco de Inglaterra detentaba 14 toneladas de oro, pero según la agencia Reuters la cantidad aumentó hasta 31 toneladas gracias a una permuta que realizó Venezuela con el mayor banco alemán.

Lo propio en esos casos es que el gobernador del Banco Central de Venezuela tuviera conocimiento de esos depósitos, pero el presidente Maduro no reconoció la legalidad del Congreso, y prescindió del ordenamiento legal, que le obligaba a nombrar un gobernador independiente con la aprobación del Congreso. 

Estamos ante una tragedia humana de magnitudes desconocidas.  Ningún país puede hacer frente a una inflación anual de más de un millón por ciento, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional.  La situación de Venezuela empeora y nos recuerda ya los   peores casos de la historia. Desde las sendas que cruzan la frontera de Colombia se intercambian bidones de gasolina por antibióticos, insulina y medicamentos para cardiopatías.   

En los mercados internacionales la deuda soberana de Venezuela ya no tiene valor (la llaman “deuda del hambre”). Un día antes de que Juan Guaidó se juramentó como presidente interino, las obligaciones vencimiento 2026 valían menos de 1%; las de PDVSA (la petrolera nacional), vencimiento 2027, unos centavos de dólar.  Pero al conocerse que los grandes países reconocían al nuevo presidente, la deuda empezó a subir hasta un 35%. Se sabe que el país no puede reconstruirse sin grandes ayudas de los organismos internacionales, y por desgracia (como ocurrió con la crisis de Argentina de 2001) los especuladores esperan  ganar millones cuando el país salga de sus cenizas.  Estados Unidos ha congelado todos los activos de Venezuela, desde las refinerías a las estaciones de servicio de carburantes, además de las cuentas bancarias.  Es posible que los militares que dan apoyo al presidente Maduro valoren el resultado final del delirio de los que hambrearon al noble pueblo.

La aduana de Cúcuta ya es insuficiente para absorber los cientos de miles de venezolanos que buscan comida, trabajo y un hogar en Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina.  Y por la frontera del sur los que emigran penetran en territorio de Brasil y los más afortunados ya lo hicieron antes pasando a Panamá y Miami (y más de trescientos mil viven en España).  Estamos ante una tragedia humanitaria y sólo podrá evitarse un derramamiento de sangre si los militares dan su apoyo al pueblo. Ya lo hizo el representante militar de Venezuela en la embajada de Washington.

La Agencia Internacional de la Energía informó que la producción de petróleo descendió por término medio en 40 mil barriles diarios los seis primeros meses de 2018 y en 10 mil diarios en los siguientes meses.  Estados Unidos, su principal comprador, ha dejado de importarlo y ha cerrado todas las vías de financiación en dólares. La producción total fue sólo de 1,29 millones de barriles  durante 2018, un 35% menos que en el año anterior y apenas una cuarta parte de lo que el país exportaba antes de las huelgas del sector de hidrocarburos de los años 2001 y 2002, cuando el chavismo expulsó a los mejores ingenieros de la petrolera nacional, que dieron impulso a los yacimientos de hidrocarburos de Colombia, México y Estados Unidos.    

Para concluir, El Consejo  de Seguridad de Naciones Unidas y el Banco  Interamericano de Desarrollo, entre otros, no pueden dejar en el  vacío a casi treinta millones de venezolanos