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Pekín hace de la necesidad, virtud

El Economista | | 4 minuts de lectura

La incorporación de más de 900 millones de trabajadores en la economía global, con la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio, alteró significativamente sus bases. Lo recuerda Kishore Mahbubani en su libro Has the west Lost it?. Ante el fracaso del sistema de dirección central o planificación en estado puro, el gigante asiático había introducido fórmulas de la economía de mercado. Le siguió una etapa de crecimiento económico y de nivel de vida espectacular en el país, que aquella adhesión potenció.

La manufactura made in China ha ido subiendo escalones en la escala de valor añadido, desde cajas de plástico y bombillas, hasta llegar a inteligencia artificial y tecnología 5G. También lo ha hecho su sistema de Gobernanza de la economía.

Para que la economía alcance sus potencialidades, las autoridades han hecho de la necesidad, virtud. Han promovido un cambio profundo en el régimen de acceso al mercado, que se sigue abriendo a los agentes internacionales. Un sistema llamado "Crédito Social Corporativo" refuerza la capacidad gubernamental de controlar la conducta de las compañías.

La intervención pública garantiza que exista un mercado frente a la ley de la jungla

El informe de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China The Digital Hand, pone de manifiesto que las posibilidades tecnológicas de reunir, integrar y procesar enormes cantidades de datos, proporciona al estado chino nuevas herramientas de Gobernanza.

La lógica del sistema sigue tres pasos de la mano de las autoridades. Primero, define los requerimientos a cumplir por las compañías. A continuación, con las TIC, recoge información de las actividades empresariales y vigila su comportamiento. Finalmente, procesa la información reunida, mediante el uso de algoritmos, para determinar el grado de cumplimiento de los requerimientos. Una buena puntuación determina recompensas y una negativa, sanciones.

El Crédito Social Corporativo valora la conducta de las compañías en diversas temáticas: Aduanas, calidad de los productos, protección ambiental y tributación. También la contrasta con los antecedentes de su actuación en casos antimonopolio, cumplimiento de licencias, transferencia de información a las autoridades, etc. Prácticamente, quedan cubiertos todos los aspectos del negocio de una compañía en China. El estudio de la Cámara de Comercio, concluye que una multinacional, aproximadamente, está sujeta a unas 30 calificaciones que valoran unos 300 requerimientos.

Cada puntuación negativa, que también puede derivar de la conducta de los proveedores, lleva aparejado sanciones. Desde multas al incremento de ratio de las inspecciones, la restricción en la obtención de permisos de inversión o de derechos de uso de tierras, limitar la participación en la contratación pública, pérdida de beneficios tributarios, incluso, señalar públicamente a los incumplidores. Unas sanciones que pueden afectar a personal clave de la compañía.

Con la entrada en vigor, el primero de enero de 2020, de la ley de inversión extranjera se prevé que el Crédito Social Corporativo sea plenamente operativo. Esto obliga a las empresas a prepararse bien para hacer efectivo este exigente programa de compliance made in China.

El sistema, también puntúa la conducta de las compañías chinas por su comportamiento en el extranjero. En particular, para preservar la reputación nacional, se están analizando las compañías que participan en "la ruta de la seda".

China quiere disponer de un sistema integral de rating no financiero, que haga de contrapeso a las agencias de calificación occidentales y por ello trabaja para exportar el Crédito Social Corporativo. En las conversaciones con los estados receptores de sus inversiones se pone sobre la mesa de negociación.

La propuesta tendrá valedores. Los excesos de la des-regulación neo-liberal han enfadado a mucha gente. La intervención pública garantiza que exista mercado, en lugar de ley de la jungla: bienvenidas las herramientas que mejoren su eficacia. Pero estemos atentos, no sea que, dentro de unos años, recordemos el Crédito Social Corporativo como el caballo de Troya que haga posible la revancha de la economía planificada frente a la libertad de empresa.