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No hablar los quintos

ABC | | 2 minuts de lectura

Tras la salida del Reino Unido, España debería aspirar a tener más peso en la definición del futuro de la Unión. El compromiso con la integración es una seña de identidad de nuestro país desde la transición a la democracia. A pesar de la dureza de la crisis económica que obligó a rediseñar el euro, sigue habiendo una amplia mayoría europeísta. Es cierto lo que se señala con realismo desde Exteriores, al advertir que los británicos son insustituibles y que no existe un eje franco-alemán al que apuntarse para fabricar consensos.

La principal coincidencia hoy de Berlín y París en cuestiones europeas es su negativa a transferir más poderes a Bruselas. Angela Merkel sigue la senda de Helmut Kohl en sus últimos años en la cancillería, cuando entendió que su política europea consistía sobre todo en protegerse de sus socios. Emmanuel Macron es capaz de pronunciar grandes discursos sobre la soberanía europea, pero mueve sus fichas en el tablero comunitario como buen discípulo de De Gaulle, basta leer su discurso sobre el arma nuclear francesa.

El Gobierno español opta por las alianzas variables, un tacticismo que podría ser adecuado si no respondiese a una mentalidad reactiva contraproducente. Cuando nuestro país ingresó en las Comunidades Europeas, el consejo de «hablar los quintos» hizo fortuna entre los funcionarios españoles en Bruselas. Buscaban aceptación, no equivocarse y sumarse a los consensos básicos y a los buenos proyectos en marcha de entonces –mercado interior, moneda única, cohesión económica y social. En la Europa deshilachada de 2020 hace falta tomar la iniciativa, saber qué Unión queremos, con qué medidas concretas se llega a ella y además contarlo.

Esta semana los ministros de Economía de Alemania, Francia, Polonia e Italia han pedido a la Comisión una política industrial europea para competir con las empresas chinas y norteamericanas. España no ha formado parte de los «cuatro grandes» y parece poco convincente justificar esta ausencia por un supuesto ideario liberal del gobierno. Es una vez más la mentalidad reactiva de hablar los quintos, un proceder anticuado que nos impide boxear en el peso que nos corresponde.