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Emprendedores, autónomos y trabajo precario

Está siendo frecuente en los últimos años presentar a los emprendedores, y su labor de emprendimiento, como el factor decisivo para lograr la ansiada salida de la crisis
La Vanguardia | | 3 minuts de lectura

Está siendo frecuente en los últimos años presentar a los emprendedores, y su labor de emprendimiento, como el factor decisivo para lograr la ansiada salida de la crisis. También se nos anima a convertirnos en emprendedores porque son las pymes las que crean el empleo necesario para acabar con la lacra del paro. Me parece un diagnóstico incorrecto y quizás, en algún caso, interesado. En primer lugar, ser un emprendedor no es tarea al alcance de todos. Para serlo se necesita una idea original sobre lo que emprender, creer firmemente en ella y, lo más importante, que el mercado la encuentre acertada.

Las buenas ideas precisan recursos para ser desarrolladas y un ánimo muy decidido para hacer frente a las dificultades que aparecerán en el camino que lleva al éxito. Aun así, este está lejos de estar garantizado: la tasa de mortalidad de las empresas de reciente creación es del orden del 80%. Este porcentaje lleva implícito que el grado de frustración que un emprendedor debe poder soportar ha de ser muy elevado.

Se me hace, por tanto, difícil de imaginar tanta gente poseedora de estas capacidades.
Gastarse, por ejemplo, la indemnización laboral montando un bar, o abriendo un pequeño comercio, puede ser una salida particular, pero no una solución general. Si está en esa circunstancia, repase a conciencia si cuenta con todos los requisitos necesarios para llevarla a cabo.

La formación puede ayudar, pero no es una panacea. El emprendedor nace más que se hace y, en general, es una rara avis. Por eso goza de tanta consideración. Creer que la salida de la crisis depende de ello, cuanto menos, es una actitud naif, tal vez fruto de la desesperación ante el pobre resultado que están logrando las políticas europeas para solucionar la crisis.

Quizás a lo que se refieran es a la necesidad de que nos convirtamos, en la medida de lo posible, en autónomos en la prestación de nuestros servicios laborales. Esta alternativa es muy conveniente pues ofrece a quien pueda contratarnos costes laborales menores y enorme flexibilidad laboral. La solución es buena para el emprendedor establecido y es lógico que lo pretenda. Pero no deberíamos dejarnos seducir por la semántica: ser autónomo prestando servicios no es ser emprendedor. Se parece más a la precariedad laboral