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Xavier Ferràs, profesor de ESADE: "España sufre un déficit tecnológico de 21.078 millones de euros"

“Al ritmo actual de crecimiento en la inversión en I+D, España tardará 180 años en llegar al objetivo del 3 % que establece la Estrategia 2020 de la Comisión Europea”, explica el profesor
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Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la economía española invirtió 14.052 millones de euros en I+D en 2017, el 1,2% del PIB. Sin embargo y pese a que supone un incremento del 6% respecto al año anterior, Xavier Ferràs, profesor del departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de ESADE, aclara en que “la intensidad tecnológica de la economía (I+D/PIB) se incrementa sólo en una centésima, del 1,19 al 1,2%” y que, de seguir a este ritmo, “España tardaría 180 años en llegar al objetivo del 3% que establece la Estrategia 2020 de la Comisión Europea”. Ferràs, sitúa la brecha tecnológica para alcanzar este índice en 21.078 millones de euros y recuerda que España “realiza hoy un esfuerzo en I+D idéntico al de 2006”. “El máximo se alcanzó 2010 con un 1,40% —prosigue—. Muy lejos de los países tecnológicamente más sofisticados del mundo con un 4,3% de inversión, en el caso de Corea del Sur; un 4,2%, en el de Israel, y un 3,4%, en Japón”. “De nuestros vecinos, Alemania invierte el 2,9%, y Francia, el 2,3%. La media de la Unión es del 2%”, explica.

Para Xavier Ferràs, la innovación se sitúa en las bases de las políticas de crecimiento, competitividad y prosperidad de las naciones: “la intensidad tecnológica de un país, medida en inversión en I+D/PIB, está correlacionada con la productividad, el crecimiento económico, y la renta per cápita del mismo”. “Por esta razón, y para salir de la crisis, Alemania realizó un esfuerzo en I+D un 20% superior al de hace 10 años, y China invierte hoy un 50% más en I+D que hace una década, volumen que supera a la inversión en I+D/ PIB de la UE y que la coloca como la segunda economía del mundo en inversión bruta en investigación y desarrollo, tras EEUU”, argumenta el profesor de ESADE, quien destaca que, “a mayor grado de innovación, mayor nivel de especialización y de exportación de sus empresas, mayor generación de empleo, mejores márgenes empresariales, y mayor capacidad de sostener un estado del bienestar”.

Ocho propuestas para mejorar las políticas de la innovación

“En España, las políticas de innovación no han gozado de prioridad, ni de presupuestos estables”, explica el profesor de ESADE, quien destaca que “las partidas destinadas a innovación en 2017 en los Presupuestos Generales del Estado, de 4.635 millones de euros, eran sólo del 55% de las partidas consignadas en 2009. De ellas, se ejecutaba sólo un 29,7%, un 16,3% de lo presupuestado en 2009”. Poco esfuerzo, en su opinión, que “además no se concreta, posiblemente por excesiva complejidad burocrática e ineficiencia financiera”.

Para cubrir la brecha tecnológica y alcanzar la inversión en I+D requerida por la Comisión Europea, sería preciso, según el Xavier Ferràs, llevar a cabo las siguientes medidas:

  1. Establecer un Plan Nacional de I+D y Competitividad, con la finalidad de Incrementar en 7.000 millones las partidas públicas destinadas a I+D. Esta cantidad supone multiplicar por 2,5 el presupuesto actual.
     
  2. Coordinar las políticas de investigación e industria, priorizando la financiación a las líneas de investigación que contribuyan a la mejora de la competitividad empresarial y a la generación de empleo de calidad, así como los proyectos empresariales que se sostengan en la generación de nuevas capacidades científicas en entornos industriales.
     
  3. Desplegar una política de investigación industrial, destinada a construir una nueva industria del conocimiento, basada en el modelo Industria 4.0, donde se disponga de fondos de ayudas con efecto multiplicador para financiar proyectos de muy alto riesgo tecnológico empresarial. Esta medida movilizaría dos euros privados por cada euro público destinado.
     
  4. Reforzar los centros tecnológicos con mayor estabilidad financiera, masa crítica y capacidad investigadora para establecer líneas de investigación consorciada y de largo plazo con pequeñas y mediana empresas. Dentro de este apartado, convendría especializar dichos centros en tecnologías habilitadoras, aquellas que sustentan la competitividad industrial, como, entre otras, nuevos materiales, microelectrónica, fotónica, fabricación avanzada, digitalización y aerospacial, entre otras.
     
  5. Potenciar mediante elementos de financiación específica aquellos grupos de investigación universitarios que muestren excelencia en sus procesos de transferencia tecnológica al entorno socioeconómico.
     
  6. Establecer circuitos financieros ágiles y de alto riesgo para cubrir las fases iniciales [early stage] de proyectos emprendedores, como startups de base científica y tecnológica.
     
  7. Desplegar planes de adopción acelerada de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, y de transformación digital de las empresas.
     
  8. Potenciar las políticas de clusters territoriales, acelerando sus procesos de cambio estratégico y de cambio tecnológico, mediante soporte específico a sus planes de actuación, de formación y de inversión en I+D.