Artículos

Votar con los pies

¿Sin prejuicios? - Enrique Verdeguer
El Mundo | | 3 minutos de lectura

SE PUEDE votar de muchas formas. Se puede votar con la cabeza o con las vísceras. Se puede, por supuesto, no votar, que no deja de ser una manera distinta de hacerlo. Y se puede votar con los pies.
Este concepto lo desarrolló el economista y geógrafo de la Universidad de Washington Charles Tiebout. En síntesis, lo que conlleva es que en un marco de cierta descentralización fiscal, los distintos niveles existentes entre los territorios en la provisión de bienes y servicios, así como en la imposición tributaria, llevaría a los ciudadanos a manifestar sus preferencias por aquella combinación de impuestos-gasto fiscal que más satisfacción les generara. Dicho de otro modo, los ciudadanos acabarían moviéndose y residiendo allí donde sus preferencias y lo que los gobiernos locales ofrecen encajaran mejor.
Cambiar de residencia no es un asunto trivial. En el caso de España, desde las características de nuestro mercado de la vivienda hasta barreras internas de todo tipo que dificultan lo que debiera ser un mercado único, condicionan mucho la movilidad interna. En países como Estados Unidos, dicha movilidad y, por lo tanto, la teórica votación con los pies es más probable.
Es cierto que también es más sencillo cambiarse de barrio o de ciudad que de país. Al final, buena parte del debate recae en cuál es el ámbito más adecuado de descentralización de las diferentes políticas económicas. Por ejemplo, en la política de distribución de rentas, piense cuál sería el efecto de un pueblo que unilateralmente estableciera una determinada renta básica. Efectivamente, la consecuencia lógica sería que muchas personas se establecerían en dicho pueblo, lo que probablemente haría insostenible la medida.
Estas cuestiones son muy relevantes cuando por ejemplo se analiza un tema tan complejo y dramático como el de la inmigración en la Unión Europea. Al margen de, por supuesto, mayor eficiencia en la ayuda para erradicar la miseria y la corrupción en los países de origen, se imponen medidas globales, sostenibles, con visión de largo plazo y por supuesto poniendo el foco en la dignidad del ser humano. La alternativa de hacer cada uno la guerra por su cuenta es ineficaz e incluso inmoral.