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Nuevas cruces en Europa

La Vanguardia | | 3 minutos de lectura

Recientemente en Baviera el gobierno de la CSU ha regulado la instalación de cruces en los edificios públicos. Parece que lo ha hecho para marcar pecho identitario ante el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). La medida me ha hecho pensar en el argumento expuesto hace poco por el sociólogo de la religión José Casanova: en los años 1980 en Alemania había turcos y en Francia, magrebíes; pero hoy tanto en Alemania como en Francia hay musulmanes. Y este desplazamiento conceptual obliga a los que hasta ahora no éramos ni turcos ni magrebíes, y que ahora somos no musulmanes, a preguntarnos: ¿qué somos, seculares o cristianos 
Si somos seculares, entonces ciertas concepciones de la secularización pueden acabar expulsando las religiones del espacio público, cuando -en marcos democráticos- están contribuyendo al bienestar de las sociedades y tienen un potencial para seguir haciéndolo. Si somos cristianos, ¿toca marcar pecho identitario como ha hecho la CSU Quizás no. Efectivamente, me parece un mal negocio para una sociedad construir identidades desde la reacción: somos cristianos porque somos no musulmanes. Mal negocio también para las religiones... y sobre todo para el símbolo elegido por la CSU: la cruz. 

La cruz era un suplicio romano de crueldad extrema. Los crucificados se desangraban poco a poco, dolorosísimamente. Aquellos que no los denigraban tenían dos formas de compadecerse: drogarlos para que no sintieran tanto dolor; o romperles las piernas para que murieran de asfixia más rápidamente. En los primeros años del cristianismo, Jesús no era nunca representado en la cruz. Con el tiempo, sin embargo, el significado de este símbolo se ha pervertido en ciertos casos: hemos colgado cruces de oro y plata en las iglesias o en nuestros cuellos. Hemos convertido en joyas un símbolo de dolor y de desprecio... convertido en símbolo de amor hasta el extremo. 
De la misma manera, las cruces en los edificios públicos bávaros me parece que pervierten el sentido originario de la cruz. El amor de Jesús hasta el extremo incluye el amor preferencial a los excluidos y a los pobres. Y ahora las nuevas cruces de Europa simbolizan el rechazo de personas por el hecho de ser pobres y tener una religión diferente. 
Atención: cuando el cristianismo se opone a otras religiones en el espacio público, suma puntos para que los secularismos antirreligiosos lo destierren de este espacio.