La reacción del Gobierno de Londres hacia el régimen de Vladimir Putin por el descabellado intento de asesinato en Salisbury del coronel Skripal y su hija ha sido respaldada de forma unánime por los europeos. Estados Unidos ha tardado unos días en sumarse a esta condena. Trump ha evitado pronunciarse, volcando su desenfreno tuitero en otros asuntos. El Reino Unido es el país europeo que más insiste en la contención de la Rusia de Putin, a punto de ser reelegido presidente el domingo, cuyo estilo de poder conserva todos los tics de la Guerra Fría. En Westminster solo un político ha defendido a los rusos y ha puesto en duda la inteligencia sobre el ataque con gas nervioso al doble agente jubilado. Ha sido nada menos que Jeremy Corbyn, líder del partido laborista y posible próximo primer ministro. Este incorregible izquierdista ha repetido, casi literalmente, uno por uno los argumentos de la Embajada rusa en Londres para desacreditar las acusaciones a Moscú de Theresa May y su respuesta: expulsión de veintitrés diplomáticos, limitación de vuelos privados desde Moscú y congelación de inversiones estatales rusas en suelo británico.

Es muy posible que el cierre de filas de Corbyn con los rusos se deba también a la influencia de su director de estrategia, Seumas Milne. El antiguo periodista es un ferviente enemigo del capitalismo y sigue defendiendo la utopia comunista. No
le inquieta además que la autocracia que preside Putin esté en las antípodas del credo progresista. Los más críticos hacia la reacción del duo Corbyn-Milne han sido la mayoría de los diputados de su propia formación, que han cerrado filas con el Gobierno de May ante la amenaza a la seguridad nacional. Una consecuencia no prevista podría ser el debilitamiento político del dirigente laborista, hasta ahora un verdadero obstáculo para formular una propuesta coherente de Brexit blando, a un año de una salida de la UE rodeada todavía de enormes incertidumbres. Otro efecto positivo para Londres es que este ataque refuerza el apoyo de sus aliados y socios comunitarios para hacer sentir a Putin que las agresiones tienen consecuencias.