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Catalunya necesita grandes empresas

La Vanguardia | | 3 minutos de lectura

Una leyenda urbana sostuvo que 400 familias mandaban en Catalunya, pero eso sería en algún  libro de Pla, mucho antes del 1-O, de triste recuerdo. En Corea del Sur – el milagro del capitalismo del siglo XXI – 20 familias controlan los gigantescos conglomerados industriales, navieros y comerciales (“chaebol”), y la mayor parte de las exportaciones del país (Samsung, el 25%).

Parece la reencarnación de las monarquías feudales, porque los herederos de cada familia pactan las bodas para asegurar el control de las empresas y tener los mejores puestos (The Economist). Eso crea una creciente desigualdad, pero el hombre más rico del mundo, Bill Gates, dijo que eso no importa, porque la riqueza de las familias, por incompetencia (¿y endogamia?) se disuelve con el paso del tiempo.

La poderosa industria textil catalana posiblemente sufrió alguno de esos síndromes, mientras Inditex (textil y confección) superaba este año desde Galicia el valor en bolsa del Banco Santander. A veces los países escandinavos  son nuestro modelo, pero en Suecia una sola familia controla casi el 50% del valor de la bolsa de Estocolmo y el fondo nacional de Noruega  - que es la hucha de los ingresos del petróleo y del gas para los nietos que tendrán los hijos que conceden cada año el Nobel de la Paz - tiene el 4% de las acciones de las bolsas de todo el mundo, siempre que no fabriquen armas y productos contaminantes o que se manufacturen en las cárceles de los países más pobres y en las dictaduras.

Japón y los Wallenberg en Suecia inventaron las “estructuras piramidales” en las familias. El fundador de Nissan se dio cuenta de que si  la familia invertía sólo  lo que era suyo sería demasiado pequeña. Si hubiera entrado en bolsa podría haber perdido el control del capital. La forma más segura fue crear una pirámide de poder y la familia controla el 51% de cada escalón y el resto de las acciones cotizan en bolsa, y así sucesivamente hasta la base de la pirámide (The Economist).  Y Nissan mantuvo el poder y consiguió el capital que necesitaba. Lo mismo hizo la familia Wallenberg en Suecia.

En el XXI Congreso de la Empresa Familiar (Valencia) se hizo evidente que las empresas familiares, aunque contribuyen al 67% del empleo del Estado, sólo exportan el 11,3%. Una forma de crear tamaño y exportar más es crear una fundación que toma el control, pero transfiere la gestión. Son los casos de Novo  Nordisk y Maersk, en Dinamarca y Bertelsmann en Alemania.

Catalunya tiene afortunadamente empresas familiares, con varias generaciones de éxito, en algunos casos cambiando de sector (del textil al de saneamiento, Roca) o dominando los mercados internacionales (Grifol), o la prensa, pero debería llegar a las cifras que tienen Holanda y Suecia.