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Abajo mis expertos

ABC | | 2 minutos de lectura

La lista de instituciones contra las que ha embestido Donald Trump incluye casi todas las que hacen funcionar bien una democracia. Entre otras, la judicatura, los medios de comunicación, las agencias de inteligencia y la fiscalía general. Las ha culpado de calamidades insospechadas y ha cuestionado su legitimidad, aumentando de este modo la desconfianza de muchos de sus votantes en el sistema político. Esta semana ha añadido a su lista negra nada menos que a la Reserva Federal, al acusarla (literalmente) de haber enloquecido. Hace un año Trump no quiso prorrogar a Janet Yellen al frente de la Fed y propuso como a Jerome Powell, un abogado y banquero republicano, que ya formaba parte de la cúpula del banco central. Siguiendo la senda de su antecesora, el nuevo presidente ha comenzado a subir los tipos de interés, dejando atrás las medidas de emergencia que han hecho falta durante diez años a consecuencia de la crisis económica. La bolsa ha caído y enseguida Trump ha arremetido contra la institución económica más prestigiosa del país. No entiende que la Fed es independiente: aunque él haya elegido a Powell, el banco solo responde ante el legislativo. Es el prototipo de agencia diseñada constitucionalmente para actuar a largo plazo -su cúpula es nombrada por catorce años- y blindada para resistir las presiones políticas. A cambio, la Fed sabe que su reputación se mantiene gracias a acertar la mayoría de las veces con las medidas correctas para controlar la inflación sin dañar el crecimiento y el empleo.

Al magnate este trabajo diario detallado y riguroso le repele. Es además partidario de un dólar débil, porque entiende el comercio internacional como un juego en el que siempre ganan unos y otros pierden. También le condiciona su trayectoria de constructor endeudado siempre hasta las cejas y con múltiples quiebras a sus espaldas. De paso, apunta a un posible culpable de una eventual desaceleración de la economía. Si en el Brexit el grito de guerra de los anti-europeos era «abajo los expertos», Trump da un paso más y dispara contra los más experimentados en sus propias filas.