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Un ataque contra Europa

El desconcierto y el dolor que provocan ataques terroristas como los perpetrados en Barcelona y Cambrils deberían llevarnos a una reflexión serena. Necesitamos construir una respuesta europea común frente a la amenaza que supone el yihadismo
Cabeceras Vocento | | 3 min read

Los atentados cometidos el jueves pasado en Barcelona y Cambrils forman parte de una campaña terrorista contra Europa, sus valores y el modo de vida que hemos elegido como ciudadanos. Los ataques recientes en Berlín, Londres, París, Bruselas y Niza hacían temer que España volviese a ser objetivo del terror yihadista, tras la masacre ocurrida en Madrid en marzo de 2004.

Barcelona, la ciudad más europea e internacional de nuestro país, ha sido golpeada de manera cobarde, indiscriminada y ciega por un fanatismo en expansión al que tenemos que enfrentarnos como europeos. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha acertado al resaltar que en esta tarea no caben divisiones; y el rey Felipe VI ha resumido mejor que nadie el sentir más extendido, «toda España es Barcelona».

Desde el punto de vista operativo, la respuesta coordinada entre distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad (locales, autonómicas, estatales) ha funcionado. La misma cooperación existe en la prevención silenciosa y continuada de estos atentados, en la cual es central la labor del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y su trabajo conjunto con otros servicios de inteligencia occidentales.
Pero para vencer al yihadismo, una tarea de largo plazo, faltan medios e instrumentos y una estrategia común a escala europea. Todavía el vigente Tratado de Lisboa considera la seguridad como una competencia exclusivamente nacional y la Unión Europea como tal no va más allá de las tareas de apoyo suplementario a las labores de los ministerios de Interior nacionales. En lo que respecta a la lucha contra el Estado Islámico y Al Qaeda fuera de nuestras fronteras, la concepción prevalente entre los ciudadanos europeos es pacifista. No solo no hay voluntad colectiva de crear una defensa europea, sino que en pocos países de nuestro entorno se conecta la labor de sus Fuerzas Armadas en Afganistán, Iraq o el Sahel con la seguridad en los barrios y las calles en los que vivimos.
Tampoco el esfuerzo europeo sumado de cooperación al desarrollo en Oriente Próximo y África es suficiente para estabilizar a los países 'exportadores' de terror. El camino puede trazarlo en unos meses Francia, cuyo nuevo presidente quiere impulsar la creación de capacidades comunes de defensa continental.

Dentro de nuestras sociedades hay asimismo una tarea ingente por hacer. Por un lado, muchos jóvenes de familias inmigrantes no se sienten integrados y se autorreclutan como yihadistas a través de internet. No encuentran un camino hacia una ciudadanía plena y efectiva, tanto algunos recién llegados como miembros de segundas y terceras generaciones. Esta senda pasa por el respeto a los derechos fundamentales y llega hasta el sentimiento de pertenencia al país de acogida. Pero también requiere políticas para fomentar las oportunidades y la igualdad, un valor sin el cual no se genera una experiencia de comunidad compartida.

Unidos a Barcelona en los días más tristes que se recuerdan para esa ciudad, el desconcierto y el dolor deben llevar a una respuesta común europea.