Articles

RD Congo: democracia e incentivos

La Vanguardia | | 3 min read

A principios de febrero tuve una conversación telefónica con Kinshasa. Mi amigo desaconsejaba viajar a su país en las próximas semanas: se preveían manifestaciones y represión en el pulso entre el Gobierno y la oposición. Efectivamente, hace más de un año que Joseph Kabila tendría que haber convocado elecciones presidenciales, una vez agotados sus dos mandatos de cinco años que prevé la Constitución. El partido del presidente intentó reformar la Carta Magna para perpetuar a Kabila, pero no salió adelante. Y ahora una parte importante de la población está intentando forzar la convocatoria electoral. En concreto, el papel de la Iglesia católica (mayoritaria en esta excolonia belga) está siendo determinante. Y ya ha habido asaltos a conventos y a la casa del cardenal de Kinshasa Laurent Monsengwo (asesor del papa Francisco) por parte de grupos descontrolados pro-Kabila. Llega el verano y no ha habido avances: es que Kabila y los suyos no quieren dejar el poder. 

Esta situación es común en otras democracias africanas. Intento una explicación a partir de los incentivos de los gobernantes para dejar el poder. En primer lugar, los que pierden el poder no son sólo los altos cargos gubernamentales, sino también unas capas muy amplias de la administración, que cambian todas si cambia el gobierno. En segundo lugar, el tejido económico y empresarial no ofrece suficientes puestos de trabajo comparables con los del gobierno/administración. Y en tercer lugar, el final de la inmunidad de los gobernantes puede significar el principio de la responsabilidad legal, que es seria en caso de políticos como el presidente: Joseph Kabila era un alto cargo militar durante la guerra de 1998 al 2003.

En síntesis: hay muy pocos incentivos para que el presidente convoque elecciones en la República Democrática de Congo. Quizás una democracia sin Estado (seguridad jurídica para los funcionarios), sin mercado (un buen tejido empresarial que acoja exgobernantes) y con un pasado reciente de violencia es más difícil de mantener. 
Me parece pertinente también preguntar si en nuestras latitudes la discrecionalidad de los políticos con respecto a las plazas de funcionarios o la cuestión de la inmunidad no condicionan también los calendarios electorales. No sea que creamos que los europeos somos más generosos y patriotas que los africanos.