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Planes de contingencia

Merkel tiene acreditado que sabe dar sorpresas
Abc | | 2 min read

Esta semana ha comenzado la consulta a los militantes del SPD sobre la gran coalición. El 4 de marzo sabremos si los jóvenes activistas y el ala izquierda del partido social-demócrata hacen embarrancar la botadura del cuarto ejecutivo presidido por Angela Merkel. La movilización a favor del «no» enarbola argumentos locales, sin levantar la vista a la Unión Europea. La larga espera de gobierno contamina de incertidumbre la zona euro entera. Pero los críticos social-demócratas reclaman el castigo a Martin Schulz, desconectado de los suyos después de una larga estancia en Bruselas. También les mueve la advertencia de que cada vez que pactan con los demócratacristianos pierden votos y la convicción de que es muy mala idea dejar a la ultraderecha como primer partido de la oposición. Posiblemente unas nuevas elecciones convertirían al SPD en el tercer partido de Alemania. Aún así, el SPD prefiere pasar a la oposición que co-responsabilizarse de una nueva gran coalición. Si gobernar es tomar riesgos, Schulz lo ha dejado a gusto de una militancia sin muchos requisitos de participación. La consulta a las bases empezaba el martes, pero el cierre del registro de los afiliados tan solo fue el fin de semana anterior, con lo que de nuevo las garantías para defenderse del «entrismo» ajeno brillan por su ausencia.

La consulta puede convertirse en otro Brexit, un referéndum catastrófico esta vez dentro de un partido, del que se pueden derivar algunas buenas consecuencias. La primera, acabar con el prestigio democrático de las consultas. Merkel tendría entonces dos opciones, pactar un gobierno en minoría con los liberales o bien ir a nuevas elecciones. Lo primero dañaría el entendimiento con Emmanuel Macron, por la insistencia liberal en recortar los poderes informales que se ha ido tomando Mario Draghi como banquero central. La repetición de elecciones sería para ganar lo que esperaba en octubre y bajar la cuota de la ultraderecha, o morir de una vez. A Merkel se le está poniendo cuesta arriba el último mandato, mientras decide qué hacer. La suerte no trabaja esta vez para ella, pero tiene acreditado que sabe dar sorpresas.