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Las identidades al cubo

Grupo Vocento | | 3 min read

Unos días después de la victoria electoral de Donald Trump el 'New York Times' publicó un artículo con una tesis profundamente inquietante. Mark Lilla, un destacado historiador de la Universidad de Columbia, argumentaba que la candidata del partido demócrata, Hillary Clinton, había perdido por insistir demasiado en celebrar las diferencias y las distintas identidades raciales y de género en el país. La insistencia en la diversidad impedía a los progresistas hablar a la nación con una visión unificada y ofrecer esperanza a los trabajadores temerosos ante el futuro económico y con recelos frente a la inmigración. Este artículo se convirtió en el más leído del año y sirvió para iniciar una reflexión sobre los riesgos de convertir la política de identidad en la principal bandera de un partido, un análisis que va más allá de Estados Unidos. Ahora Lilla ha desarrollado este pensamiento crítico en un libro, con el que aspira a remover la conciencia de los demócratas, incapaces de reinventarse para derrotar cuanto antes a un Donald Trump que no entiende los valores de la democracia liberal como suyos. El autor se remonta a los tiempos de Franklin D. Roosevelt para explicar cómo, en medio de la gran depresión, este presidente supo crear un propósito común y un sentimiento ciudadano que reconocía deberes hacia los demás y hacia su país. Lilla a cambio es crítico con Ronald Reagan y su revolución conservadora, porque devaluó la idea de Estado y fomentó el individualismo que define a la actual generación del 'yo', profundamente narcisista. Lo es todavía más con la izquierda norteamericana actual, guiada casi en exclusiva por hablar en nombre de las minorías. Estaría atrapada en una concepción de la política expresionista, en vez del optar por el duro esfuerzo de mejorar la igualdad de oportunidades y la movilidad social. Por eso la gran mayoría de los trabajadores ahora se decantan por los republicanos, aunque el nacionalismo y proteccionismo de Donald Trump claramente no les lleve a un futuro mejor. El magnate neoyorkino ha dado voz a muchos blancos no representados por el multiculturalismo imperante en las dos costas del país con un discurso identitario y subversivo. En Europa la tendencia que describe y critica el libro se manifiesta en la evolución de la política hacia el tribalismo nacionalista y la exaltación de las diferencias entre grupos sociales. 'Brexit', el Frente Nacional, el secesionismo catalán o la deriva autoritaria en ciertos países del Este comparten una raíz común: la sensación extendida en muchos votantes de no controlar su destino. Son también en parte fruto de la pereza y la arrogancia intelectual de los que deberían ofrecerles alternativas desde sensibilidades moderadas y centristas. El senador Ted Kennedy lo resumía muy bien al decir «debemos ser un partido que se preocupa por las minorías sin convertirnos en un partido de las minorías. Ante todo somos ciudadanos».