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Los subterráneos del brexit

Dentro del mundo tory cada vez repugna menos la idea de repensar la decisión de salida de la UE
Abc | | 2 minuts de lectura

Esta semana la Comisión Europea ha recibido a un centenar de negociadores británicos dispuestos a avanzar en la negociación del Brexit. Es un camino muy cuesta arriba incluso para una de las diplomacias mejores del mundo, que esta vez no cuenta con la dirección de un gobierno con objetivos claros. Tras las elecciones, la primera ministra Theresa May tan solo confía en conservar su puesto hasta 2019, cuando termine de pactarse la ruptura con la UE. Le salva por ahora la división dentro de su Gobierno y la ausencia de un líder conservador nuevo capaz de unir al partido, aunque ya suenen algunos nombres de aspirantes. Dentro del mundo tory, conectado con la City de Londres y atento a la voz de los empresarios, cada vez repugna menos la idea de repensar la decisión de salida de la UE, con una segunda consulta dentro de dos años sobre el acuerdo de divorcio.

Parecida conversación se escucha indisimulada en las bancadas laboristas, porque sus electores tradicionales son los que más tienen que perder con un Brexit negociado deprisa. Veteranos como Tony Blair o el liberal Nick Clegg lo piden abiertamente. El redactor del famoso artículo 50 del Tratado de la UE, Lord Kerr, cuyo prestigio en cuestiones europeas es inmenso, ha dejado por escrito que la notificación de salida es reversible, una cuestión jurídica que solo puede zanjar el Tribunal de Luxemburgo. No solo eso, sino que junto a otros notables británicos, Kerr reclama que se dé marcha atrás en el Brexit, dada las consecuencias desastrosas de la decisión. El reflejo patriótico de muchos partidarios de la permanencia en la UE hace un año fue hacer de tripas corazón y tratar de minimizar los daños en la operación inédita de largar amarras. Pero si apareciesen líderes en ambos partidos con un discurso favorable a frenar el Brexit y el contexto económico se complicase más, todo sería posible. Por parte europea, las miradas no están puestas en Michel Barnier, el negociador oficial de la salida, sino en Angela Merkel y Emmanuel Macron, los verdaderos parteros de la Europa que viene.