Articles

La hora del talante

Meses antes de su muerte, Ernest Lluch y Martín (1937-2000) nos decía a un grupo de doctorandos en Economía: “Es más fácil cambiar de ideas que cambiar de talante”
La Vanguardia | | 2 minuts de lectura

El profesor Lluch, mártir de la paz en Euskadi, se refería a políticos que habían empezado militando en la extrema izquierda y habían acabado en la extrema derecha. La diferencia entre ideas y talantes me ha llevado a fijarme en los talantes de las personas, intentando dejar al margen las ideas.

El resultado de este ejercicio es la di­ferencia entre dos talantes: el sereno y el alocado. Describo el primero, el segundo sale por contraste.

El talante sereno no cambia de ideas a la ligera. Sabe que mantiene una posición y no la sacrifica por intereses personales. Pero no utiliza las palabras para descargar pasiones contra el oponente. Por eso sabe callar si las palabras pueden encender fuegos. No toma decisiones en caliente, sino que siempre ­invoca la paz interior antes de hablar o ­actuar.

El talante sereno tiene una mirada ancha y profunda. Ancha porque sabe que el otro puede ser oponente en un aspecto de la vida pero amigo y compañero en muchos otros campos vitales. Profunda porque no se encalla en la superficie de un ­argumento mal formulado del oponente, sino que procura acoger el estado de ánimo del que lo formula.

El talante sereno no proyecta sus miedos en escenarios catastróficos de futuro, porque eso extiende el miedo y contribuye a acciones alocadas. El talante sereno es humilde: si se enorgullece de haber estado sereno, entonces se volverá altivo y alo­cado. Y frágil: sabe que se puede contagiar fácilmente de los talantes alocados.

La fragilidad pide hacer cosas para mantener y reforzar el talante sereno. Cada uno se lo conoce: sacar a pasear al perro, ir a caminar al parque, leer poemas, escuchar música de Mozart o Txarango, tocar el flautín, hacer yoga o meditación, rezar o ir a hacer deporte.

Sereno no quiere decir necesariamente conservador. El talante sereno puede promover el cambio social. Pero Charles ­Péguy decía que cualquier cambio social “será moral o no será”. Pues eso: cambio pero con un cierto talante.

Siempre es la hora del talante. También hoy.