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¿Es creíble el nuevo plan para retrasar el Brexit?

Expansión | | 5 minuts de lectura

Reino Unido se alejó del abismo “en tiempo de descuento”. Ocurrió cuando la Cámara de los Comunes aprobó, tan sólo por cuatro votos, que ninguna propuesta de Brexit sería aprobada sin el requisito necesario de que fuera mediante un Tratado, y nunca sin el acuerdo pactado con la UE de los veintisiete. Es decir, no podría producirse una salida, como ellos la llaman, “salvaje”. Pero con independencia de esta importante condición, el plan de Theresa May no fue aprobado.

El jueves 13 la primera ministra, Theresa May, y por una amplia mayoría, consiguió que la Cámara baja aprobara su plan y en la próxima semana debería conseguir el voto favorable de la Cámara de los Comunes para prorrogar la fecha del Brexit, renunciando a la fecha inicial del 29 de marzo. Y todo ello antes de que se reúna en Bruselas el Consejo de jefes de gobierno y presidentes de la UE.

El presidente de la UE, Donald Tusk, le había ofrecido días antes una prórroga si el Reino Unido les plantease “el por qué de esa prórroga”. Debían ser razones creíbles. Donald Tusk le ofreció prorrogar la salida un año, pero condicionada a la aprobación por unanimidad de la UE en la cumbre de la próxima semana.

El artículo 50 no establece qué debe ofrecer el país miembro que pida salir de la UE, de manera que, según destacaba The Economist en la edición del jueves, los líderes de la UE pueden ser tan estrictos o condescendientes como les parezca, “su paciencia no es infinita”.

¿Qué repercusiones va a tener el Brexit? El documento que preparó la Comisión, que presidió M. Barnier, tiene cientos de páginas. Si fuera una salida no pactada, las consecuencias para Reino Unido, según el gobernador del Banco de Inglaterra, podrían ser graves y con una caída del PIB en torno al 9% en una década. Una salida pactada puede atenuar las consecuencias, pero no es un juego de suma cero y todos vamos a perder. Los inversores japoneses (fábricas de automóviles) han declarado que cerrarán sus instalaciones. Los buques de pesca de Galicia perderán sus caladeros, pero los buques ingleses también perderán los del Mar del Norte. Los exportadores españoles de frutas y hortalizas perderán flujos de comercio, pero no será menos grave el turismo que perderán nuestros enclaves del Mediterráneo y las Islas Canarias. Las acciones de un grupo hotelero, que cotiza en Ibex 35, han caído más de un 30% en el último año y han disminuido las inversiones en el sector inmobiliario residencial. Un banco español compró un banco inglés y posiblemente sus cotizaciones anticipan algunas consecuencias desfavorables del Brexit.

Los investigadores de Reino Unido perderán las ayudas que recibían de la UE y una universidad centenaria se planteó trasladarse a París para no perder los fondos comunitarios. Algunas compañías de seguros se han trasladado físicamente al continente y las actividades más sensibles tienen que ver con la City, el centro financiero que se desarrolló gracias a las inversiones de Wall Street. Están en juego miles de empleos, y algunos ya se han desplazado a París, Amsterdam y especialmente Fráncfort. Las tres se disputan la capitalidad del sector financiero europeo que había liderado Londres. Fracasó el proyecto de fusionar la bolsa de Londres con la de Fráncfort y, por consiguiente, la UE de los veintisiete puede ganar músculo financiero.

No obstante, es posible que por un tiempo  Londres conserve el negocio de seguros navieros (Lloyds); las plataformas para productos derivados y la Bolsa de Metales y los mercados de futuros de materias primas. También los mercados de seguros de quiebra (las pólizas que cubren el riesgo de quiebra de un banco o una gran compañía) y las Cámaras de Compensación en divisas, y entra ellas las del euro y el dólar americano.

Existen también factores geopolíticos de gran importancia. La Administración Trump dedica menos recursos a la OTAN (Tratado del Atlántico Norte) y sólo Francia y Reino Unido tienen armas nucleares. A pesar de la escisión de RollsRoyce, los aviones de guerra de la OTAN dependen en buena medida de los motores de aviación de la división aeronáutica de Rolls-Royce. Para concluir, Reino Unido perderá inversiones industriales, pero Alemania sufre ya las consecuencias de la menor demanda de Reino Unido, lo que aumenta la disminución de su balanza comercial. Indirectamente, la locomotora de Europa pierde impulso y su menor crecimiento se difunde en toda Europa. La UE de los veintisiete necesitará nuevos planes fiscales que actúen como amortiguadores de la pérdida de una parte del mercado de Reino Unido.